El artista habló con MediaMendoza sobre su trabajo y su vida.
Eberth Pérez es un artista de 44 años que huyó de Cuba a los 19 años persiguiendo una vida artística. Llegó primeramente a España, recorrió varias ciudades de Europa, luego Venezuela y finalmente a Estados Unidos. Ahora está en San Rafael.
Su estilo, inspirado en los clásicos, referencia a los maestros renacentistas y, según manifiesta, intenta ‘rescatar el concepto objetivo de la belleza’, eliminando las ‘tergiversaciones modernas’.
Sobre su trabajo y su peregrinación artística, Eberth Pérez habló con MediaMendoza y brindó la siguiente entrevista.
¿Cómo empezó tu camino en el arte?
Empezó de niño, casi como un juego. Ya de jovencito me inclinaba por la pintura; prefería, en lugar de estar jugando los juegos regulares, dibujar. Mis padres se dieron cuenta y empezaron a estimularme.
¿Tu infancia se desarrolló en Cuba?
En Cuba pase mi niñez, mi adolescencia y mi primera juventud, partí a los 19 años. Me fui a España inicialmente, porque contacté a un busca-talentos español que viajaba mucho a Cuba y a otros países de Centroamérica a buscar artistas, músicos. Yo lo conocí porque estuve trabajando en el Museo de Bellas Artes de La Habana antes de irme de Cuba, una experiencia muy rica.
¿Cómo influyó tu salida de Cuba en tu obra?
En primer lugar, no sólo mi salida de Cuba influyó, toda mi vida lo ha hecho. Yo desde mi juventud ya expresaba, a través del arte, la vida, no algo ajeno a mí; la vida en general para un adolescente, una visión bastante global, influenciada por lo que estaba aprendiendo; estudiaba en academias; filosofía, historia del arte, formación de conciencia.
¿Cómo era ser artista en Cuba?
Era una circunstancia distinta; era poco lo que yo podía comprender porque era un adolescente, pero había una intensidad de conciencia muy fuerte que me marcaba.
Yo veía, por ejemplo, que los artistas que mejor estaban, era porque adherían al régimen. Por otro lado, yo tuve maestros que no tenían influencia doctrinaria o política y enseñaban el arte como es el arte, había de todo. Por otro lado la academia, en esa sociedad, era muy vigilada por el régimen, porque era artística, y era inevitable que hubieran influencias, porque la cultura es un modo de hacer pensar a la sociedad, hacerla meditar, es la verdadera identidad de un país.
¿Cómo terminaste en San Rafael?
Primero llegué a Estados Unidos; soy nacionalizado desde hace 20 años. Y vine a San Rafael porque me enamoré de una chica de acá. Nos conocimos vía internet y se me dio la posibilidad. Empecé a viajar, a conocer el entorno, encontré en esa relación algo que en Estado Unidos había estado buscando mucho tiempo y no encontraba, así que ya estoy acá, tratando de establecerme.
¿Cómo describirías tu estilo?
Realista. Y cada vez enfatizo más en eso, en el realismo, porque es lo que me engancha con la vida. Para mi pintar es una experiencia de vida, una pasión de vida, y trato de plasmarla.
En este sentido, la pintura de retratos por encargos ha estado muy presente desde los inicios de mi carrera artística. Es una de las temáticas que más me apasiona. Desafortunadamente, considero que me ha tocado ejercer este género en una época donde se menosprecia mucho y también se subvalora a extremos de gran superficialidad. Con mis retratos no intento copiar la foto de una persona, sino representarla produciendo una imagen artística, nueva y única; para lo cual, las técnicas del dibujo y la pintura al óleo exigen virtuosismo y habilidad minuciosa. No solo intento cobrar un encargo, sino recrear una obra de arte, que una vez terminada y exhibida, adquiere su propia identidad
¿Se puede vivir del arte de San Rafael?
Se puede vivir del arte en cualquier lugar en que se ame hacer arte. Yo estoy aquí hace un año y medio, pude vender dos dibujos originales recientemente, están expuestos en el Vecchia Terra.
No sé si se puede vivir exactamente del arte en San Rafael, yo confió en lo que hago, creo en lo que hago, y cuando crees en algo nunca pierdes la esperanza.
¿Cuál es tu objetivo dentro del mundo del arte?
El mismo que he tenido desde que empecé con esta actividad, nunca me lo he propuesto como un paso. Yo creo que lo que hace trascendente al arte es que el artista sepa que él es un instrumento; pero sucede que el artista a veces tergiversa esa idea y piensa que él es el dios creador que hace la obra; prevalece su ego, el ego del artista, entonces la obra se queda en la mediocridad inmediata, no trasciende. Para que trascienda, el artista tiene que separarse de las ideas de la sociedad en que le toca vivir y centrarse en la misión de su trabajo.
¿Tenés artistas de referencia?
Si, indudablemente, los clásicos. Yo trato con mi obra contemporánea de rescatar el valor del arte clásico desde el punto de vista conceptual y estético, porque creo que el arte moderno ha traído falseamientos y deformaciones oportunistas de los conceptos.
La creación artística se produce cuando existe belleza, pero ocurre que las sociedades han cambiado y trastocado el concepto de la verdad, entonces todo lo relativiza. La belleza es totalmente objetiva, no es lo que a mí me parece que es, es lo que es.
¿Qué le dirías a los nuevo artistas, a los que se inician en el arte?
Que se desintoxiquen de todas las teorías y tendencias que los alejan de la verdad. Que estudien, para profundizar, reflexionar. Que busquen con honestidad y coherencia la verdad de la belleza.