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Mundo Opinión Miercoles, 16 de Enero de 2019

Oda a Theresa

La primera ministra británica se revela ante la adversidad como un perdurable bastión para la decencia en la política del Siglo XXI.

Miercoles, 16 de Enero de 2019
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16/01/2019

Usualmente, las sociedades no mueren –como es común que se piense en Latinoamérica– asesinadas. Se suicidan. En general, lenta y dolorosamente. Son artífices primarias de su propia decadencia. Este parece ser el caso del Reino Unido, un país que decidió, en un arrebato eurófobo, asestarse un angustioso disparo en un pie. Ahora se dispone a levantar el arma y atravesarse otra bala, está vez más arriba.

En este escenario desconcertante hace su aparición la primera ministra Theresa May. Ella forcejea, endeble pero resiliente, contra el brazo caprichoso de la sociedad que lidera. Intenta con valor arrancarle a esa mano el arma que empuña obcecada y evitar otro disparo. Pero el brazo es fuerte y ella no puede. Aunque no claudica; persiste. Pide ayuda. Pero está sola.

Así, May se presenta hoy como uno de los mayores símbolos de la resistencia de la razón contra el caos. Pero también es un desolador recuerdo de la imposibilidad de un ser humano equipado sin más herramientas que su única fortaleza personal para presentar batalla en soledad a toda una avalancha de votantes ávidos de soluciones mágicas y frágiles ante el facilismo populista.

A la primera ministra le fue encargada la tarea de triunfar frente a una tempestad feroz. Y aún parada delante de esa dificultad insorteable, ella resiste con audacia y nobleza, decidida a cumplir su misión. Arrecian los vientos de la institucionalidad circense, pero Theresa se revela en esta adversidad como un perdurable bastión para la decencia en la política del Siglo XXI.