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San Rafael Entrevista Miercoles, 8 de Marzo de 2017

Una mujer con un gran compromiso con los niños

En el Día de la Mujer hablamos con Hilda Rodríguez, una mujer con un gran compromiso con los niños. Es la fundadora del comedor “Caritas Felices”, un lugar donde reina el amor, la contención y nunca falta un plato de comida.

Miercoles, 8 de Marzo de 2017
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Fotos: Jorge Gutierrez / Mediamendoza.com

08-03-2017. El 8 de marzo se conmemora en el mundo el Día Internacional de la Mujer, una fecha dedicada a la importancia de valorizar los derechos de las mujeres y su lucha por la igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo como persona.

En cada sociedad hay mujeres que luchan día a día, pero no sólo para demostrar lo que ellas pueden hacer, sino para aportar su granito de arena para hacer de éste un mundo mejor y ayudar a quienes no la pasan bien.

Para homenajear a las mujeres sanrafaelinas elegimos a una de ellas, Hilda Rodríguez, una mujer que dedica sus días a los niños del barrio El Molino, con un solo objetivo: que no pasen un día sin recibir un plato de comida caliente.

Hace dos años regresó a San Rafael, su tierra natal, luego de vivir por 50 años en Buenos Aires e inauguró en el comedor de su casa “Caritas Felices”, con el correr de los meses el comedor se extendió y hoy asiste a unos 250 niños en sus tres sedes. En su casa, Hilda les da de comer a 120 niños cada día, ella asegura que no sólo les da un plato de comida caliente, si no que les brinda todo su amor y contención.

Te invitamos a conocer la historia de esta “mujer fuerte” que tanto hace por esos pequeños, cómo son sus días, quiénes la ayudan a sostener la obra y mucho más.

Llegamos al callejón Los Laureles en el barrio El Molino, allí se encontraba Hilda esperándonos, mientras tomaba unos mates con pan tostado junto a su hermano Carlos, uno de sus pilares, quien cada semana recoge las donaciones que aportan los comercios y empresas del medio, para que Hilda prepare sus ricas y nutritivas comidas para los pequeños.

Comenzó diciendo “soy sanrafaelina, pero a los 16 años me fui a Buenos Aires a vivir con mi tía porque murió mi mamá. Allá me case, tuve mis hijos y cuando enviudé decidí volver a mi tierra natal, hace dos años”.

“Volví a mi barrio y con la ayuda de mi hermano construí esta casita, yo le había pedido algo más chico, para mí sola, qué más quería. Pero a mi hermano se le fue la mano y el comedor le quedó más grande de lo que pensábamos,y fue entonces cuando un día decidí poner el comedor”.

“Yo venía de trabajar en esto en Buenos Aires, en el Bajo Flores, en un hogar que se llamaba Sol Naciente, que era de mujeres golpeadas.  Allí se internaban a las mujeres con sus niños. Un día pensaron abrir un merendero porque eran muchos los niños que andaban por la calle con las bolsitas drogándose y como yo soy cocinera, me dijeron si me animaba a abrir un merendero y darle cena los niños y dije que sí” recordó Hilda.

Y continuó “me pagaban con planes, empezamos a dar la merienda de 2 a 3 y de 7 a 8 la cena, era un lugar chiquito, pero les dábamos la cena a 300 o 350 niños.  Trabajé durante 10 años, después eso se fundió y cerró, lamentablemente”.

Con esa experiencia de trabajar con tantos niños y luego de ver por la ventana de su casa que muchos chiquitos deambulaban por las calles del barrio sin comer en todo el día, pensó en iniciar una obra parecida a la que desarrollaba en Buenos Aires. “Me contacté con un señor que hacía guisos y los llevaba a las familias que lo necesitaban y le dije que quería abrir un merendero. Al principio me prestaban un horno de barro y hacíamos panes, les daba mate cocido con pan. Los niños se fueron enterando y primero tuve 10, después 20, y así se fueron sumando y actualmente tengo 120”.

Con el correr de los días Hilda incorporó la cena, para que los niños al menos una vez al día pudieran comer un plato de comida caliente. Con el tiempo otras colaboradoras se sumaron y abrieron otros dos comedores en otros puntos del barrio, que asisten un total de 250 niños. Uno de ellos en el callejón El Diamante y Limay, y el otro en Martín  Fierro y El Libertador, que son atendidos por Rosa Rodríguez y Alicia Osorio.

Por supuesto que llevar adelante esta obra no es tarea fácil y si bien asegura que recibe mucha ayuda de particulares y empresas del medio, no así del Municipio “en algunas oportunidades fui a la Municipalidad a pedir más que nada ayuda para hacer un cierre o una galería al frente para que los niños también puedan comer ahí, pero siempre me negaron ayuda. Siempre que he ido he salido llorando”.

Pero asegura que pese a cualquier contratiempo que se presente, nunca le ha faltado qué darles de comer a sus niños. “Esto es una pasión para mí, una pasión por los niños. Ellos van a hacer quienes nos sucedan, los futuros profesionales, abogados, médicos, técnicos, políticos. Hay que cuidar a quienes van a estar el día de mañana al frente de todo, y que nunca les falte amor, contención y un plato de comida”.

Si bien el comedor de su casa es grande, se hace chico a la hora de darles de comer a tantos niños, por eso Hilda los ha dividido en dos turnos. “A las 5 de la tarde les doy la comida a quienes van a la mañana y a las 6.30 a los que van a la tarde y los grandes de 10 a 14 que también comen en el último turno. Para mi es más fácil darle cena, porque yo ya soy una persona grande y me resultaba difícil levantarme tan temprano para hacer la comida y que estuviera al mediodía. En cambio ahora yo me levanto tranquila, me tomo unos mates y empiezo a preparar la comida con más tiempo”.  

El menú

Cada mañana y acorde al estado del tiempo que se presente, Hilda elabora el menú, “les hago albóndigas, hamburguesas, guiso de pollo, milanesas de pollo, carbonada, guisos de lentejas de fideos de poroto, tallarines. Cada día voy viendo que les puedo hacer, y los días más fríos les hago guisos para que pasen el frío. Gracias a Dios nunca me falta, todos los días tengo para darles de comer y siempre tengo un almacenamiento que me garantiza que voy a poder darles de comer por varios meses”.

Los comensales

Emocionada y con lágrimas en los ojos contó que los niños están muy contentos y agradecidos, y que eso a ella le llena el alma. “Los niños son tan bonitos”, dice Hilda al referirse a sus comensales de todos los días.

“Ellos tienen muchas necesidades, de hecho a pesar que yo les doy la cena, muchas veces vienen en la mañana y me piden algo para desayunar también. Hasta ocho se me juntan porque quieren tomar una tacita de té o mate cocido, con alguna tortita o galleta”.

“Además tienen otros necesidades, ropa, zapatillas y útiles escolares, pero sobre todo necesitan el apoyo y decirles que uno los quiere, ellos se sienten muy felices de estar acá”.

“A veces se ponen pretenciosos y como todo niño muestran sus mañas, (risas) y me dicen que alguna comida no les gusta pero yo les digo que dejen lo que no les guste, pero que coman porque está hecho para ellos y con amor. Pero se portan bien, yo hablo algo y para ellos es palabra santa. Yo les digo las cosas una vez y listo. Hay algunos que vienen a molestar o se portan mal y los mando a su casa”.

“Llegan solitos, tengo de todas las edades, a veces viene uno de dos años que a través de la reja  me dice “Hila” “Hila”, para que le de alguna galletita. A las madres y padres ni los conozco, nunca vienen”.

Su día

“En cada comedor tengo a dos colaboradoras, yo tengo a Claudia y Miguela, ellas se manejan re bien, cuando yo me tengo que ir por algún motivo, porque el comedor está abierto de lunes a sábado”.

“Los domingos no abro es mi día de descanso, voy a misa, me duermo una siesta o voy a visitar a alguien. Pero cuando estoy aquí, muchas veces se me juntan algunos niños en la puerta y yo les doy unas galletitas, pero no me llaman para no molestarme, esperan a que salga”.

Su deseo

“Tengo mucha ayuda de la gente, de comercios, de frigoríficos, de distribuidoras con quienes estoy inmensamente agradecida. Al gobierno sólo le he pedido poder realizar el cierre de los comedores y techar para que en los días lindos puedan comer afuera. Sólo pido eso y deseo que se haga realidad, porque he pedido muchas veces”.

Finalmente emocionada invitó a quienes deseen ir a conocer a sus niños. “A la gente los invito a que se acerquen a ver a estos niños y que les mire los ojos, yo creo que la mirada de un niño es la trasmisión de Jesús, porque un niño cuando es chiquito es puro, y buen a veces cuando crecen van cambiando. Estos niños son felices, a pesar de sus carencias, se ríen, se divierten y pareciera que no sufren, yo estoy muy contenta con lo que hago y con ellos”.

Como Hilda, cada mujer a su manera, es una mujer fuerte, luchadora, valiente, perseverante, emprendedora. Como madre, como hija, como trabajadora, como amiga, como niña, adolescente, adulta o anciana o en cualquier rol que desempeñe en su vida. Por esa razón quienes hacemos Mediamendoza.com, les deseamos a todas nuestras lectoras un ¡Feliz Día! con el poema de Michelle García.

Mujer Fuerte

Eres un vaso frágil,

Una flor delicada,

Pero a la vez eres una fiera,

Que defiende sus derechos y su amor.

Una luz que ilumina entre mucha gente,

Un alma caminante,

Una valiente de la vida,

Que aunque esté sufriendo mantienes tu frente en alto.

Eres mujer fuerte,

Una guerrera,

Que bendición eres para muchos,

Fuerte y serena.

Puedes ser dos cosas,

Frágil y también luchadora,

Dios te bendiga,

Que dicha tienes tú.

Eres un diamante para Dios,

Día a día siempre dando pasos hacia adelante,

Madre y mujer,

Mujer fuerte.

Que aunque los problemas te persiguen,

Siempre encuentras una salida,

Porque Dios te ha dado la fortaleza,

Para salir adelante.

Siéntete dichosa,

Orgullosa de que eres una dama de hierro,

Que aunque la situación sea inmensa nada te derrumba.

Naciste para triunfar y no para perder,

Y si caes y te sientes vencida,

Con esa fuerza que tienes,

Levántate y demuestra que tú puedes.

Siempre vas a poder hasta que el último latido de tu corazón deje de latir,

Mujer fuerte,

Bendita eres,

Eres una princesa con corazón noble.