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San Rafael Editorial Viernes, 22 de Setiembre de 2017

Matar a un perro

Moralejas que dejó la decisión judicial de sacrificar un perro violento.

Viernes, 22 de Setiembre de 2017
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23-09-2017. Días atrás, la Justicia sentenció que Connor, un perro rottweiler conocido por ser victimario en dos terribles ataques que sufrieron dos niñas recientemente, debía ser sacrificado. Esta decisión fue polémica, pero fue incluso más sabia, y San Rafael debe aprender de la experiencia.

La moraleja que dejó el caso puede resumirse en una pequeña oración: “Tu libertad termina donde empieza la mía, y viceversa”. En otras palabras, cada ciudadano tiene un terreno sobre el que ejercer su absoluta libertad individual. Sobrepasar los límites de ese espacio no es ampliar libertades, sino invadir la libertad ajena.

Bajo esta luz, la propiedad de “perros asesinos” puede considerarse una extralimitación. Los dueños de animales de razas violentas tienen derecho a mantener esta pertenencia. Pero el derecho personal termina cuando empieza a amenazar la integridad física de un tercero, incluso la del propio perro, como fue el caso de Connor. Este perro murió por la misma razón por la que nació: la imprudencia humana.

Sólo existe una forma de evitar las aterradores desgracias que protagonizan estos peligrosos animales con frecuencia creciente y, luego, las tristes decisiones que recaen sobre ellos mismos: responsabilidad y respeto por el espacio ajeno.