San Rafael Protagonistas Jueves, 1 de Febrero de 2018
Keto: Un "Willy Wonka" sanrafaelino
Agustín Taberna, alias ‘Keto’, fundador de Ketobac, repasa su camino de chocolate.
Fotos: Jorge Gutierrez / Mediamendoza.com
11-02-2018. En la fábrica de Ketobac se respira exactamente el aroma que podría esperarse de una planta chocolatera. Es un sabor dulce que embelesa los sentidos y despierta el apetito. En medio de esta nube deliciosa, una docena de operarios enfundados en trajes blancos preparan huevos, baten cremas o embalan alfajores.
En tanto, Agustín Taberna, conocido por todos como ‘Keto’, serpentea inquieto entre las máquina con su característico aire bonachón. Señala, levanta cajas y despacha algunas órdenes. Camina apurado entre la planta y su oficina, ubicada a un lado. Revuelve papeles y vuelve a salir.
35 años atrás, él y su esposa, Mirtha, decidieron hacer una excursión por el mercado del chocolate. Empezaron preparando pequeños bombones, a prueba y error. Por entonces, Bariloche había instalado el vínculo entre la nieve y el chocolate, y Las Leñas había abierto sus puertas poco tiempo atrás, impulsando el nicho en Mendoza. Los Taberna conectaron los puntos y fundaron Ketobac, hoy un emblema del chocolate en San Rafael.
Aunque Keto repite incesantemente su amor por el bajo perfil y confiesa que le enoja que lo elogien o “agranden” (accedió a regañadientes a esta entrevista), es innegable que su dedicación ha rendido frutos.
Empezó a trabajar a los 13 años. Su padre era dueño de un café muy popular por entonces: el “Tobac”. Keto —que años más tarde le agregaría su alias a este nombre cuando bautizó su propia empresa— decidió abandonar la escuela y empezar a trabajar en el negocio familiar. Hasta la fecha, nunca paró.
Hoy, a sus 78 años se niega a jubilarse o incluso a tomarse vacaciones. “Muchos me dicen: ‘Che, ahora dedícate a viajar’. Pero yo les digo: ‘No, no, yo estoy bien. No me interesa. Yo estoy feliz y contento’. Vengo acá todos los días a las 6 a prender las máquinas”.
“Soy hiperactivo”, asevera. “Siempre nació en mí el tema de hacer”. Y lo hace casi todo. Incluso ha diseñado el packaging de los productos.
Hoy, que la empresa que germinó en una pequeña cocina en la que se apiñaban él y Mirtha está consolidada, Keto sólo sueña con mantener el rumbo. Y tiene la fórmula para hacerlo. Habla constantemente de sus consumidores, y de cómo seducirlos con nuevos productos: “frescos y artesanales”, reflexiona.
“Es algo innato”, afirma. “Estoy permanentemente pensado”.
Es que, según asegura, el secreto del éxito siempre ha sido el trabajo duro. A este coctel, señala, hay que sumarle un sueño, y a ese sueño, un proyecto. Finalmente, dice, hay que añadir pasión.
“Si no amás lo que hacés, no podés sentirte interiormente bien, porque la autoestima no va a estar, aunque haya más plata. Hay una única receta”, resume: “ganas de hacer y amar lo que uno hace”. Keto piensa por un momento, y agrega: “¡Ah! Y elegir la mejor materia prima”.