A la edad de 86 años falleció el recordado Antonio Domingo López, más conocido como Tito López. Gran pesar manifestaron sus colegas de LV4.
17-06-2017. Antonio Domingo López, más conocido como Tito López, falleció a la edad de 86 años debido a problemas de salud que lo venían aquejando.
Fue una de las voces de locución que serán recordadas a lo largo de la historia local. Entre sus memorias podemos citar su trayectoria de más de 40 años en LV4, la locución de 40 Vendimias Departamentales y una Nacional, en los 80. Pero sin dudas una de sus mayores proezas fue el record de cantidad de horas consecutivas al aire en televisión.
La noticia causó profundo pesar en sus colegas de la LV4 y de otros medios que recordaron esta mañana los consejos que les daba y les transmitía su sabiduría.
A continuación recordamos la última entrevista que concedió López a Mediamendoza en el año 2011, realizada por Max Belaeff, para el Día del Locutor.
Tito López: un hombre de radio
Antonio Domingo López, más conocido como “Tito” López, fue, es y seguramente será siempre uno de los locutores con mayor trayectoria e importancia profesional de la historia de San Rafael. Una entrevista a fondo con un hombre cuya voz sonó más de 40 años en La radio de todos y que más que locutor, es un hombre de radio. También lleva incontables Vendimias distritales, más de 40 Vendimias locales y una Nacional en los 80.
Con 80 años cumplidos a principio de este año, Antonio “Tito” López es un verdadero emblema de la radiodifusión en San Rafael. Amante del tango, del folklore, de las buenas producciones tanto radiales como televisivas, nuestro entrevistado en el Día del Locutor es “de los que saben”. Su trayectoria lo llevó incluso a sentarse en la mesa de Mirtha Legrand o de tener un verdadero “encuentro cercano” con un grande de la televisión y de los medios en general como fue don Alejandro Romay. También rompió el record de cantidad de horas seguidas al aire en televisión, ganándole incluso a Marconi.
¿Cómo llegó al mundo de la radio?
En 1950 estaba terminando el secundario y ya tenía vocación de locutor. Veía un amplificador de aquella época y me podía. Empecé en el club Ballofet, donde en los días domingo se hacían bailes y yo era socio del club, vivía por esa zona y entonces me iba a los bailes y había un amplificador que entonces lo utilizaban porque se bailaba con grabaciones, con discos de pasta y ya me empecé a meter y a meter hasta que por ahí, el presidente del club me preguntó si no me animaba a hacerme cargo del amplificador, porque no había alguien que se hiciera cargo para instalarlo y ponerlo en funcionamiento los domingos, donde la gente bailaba hasta las 12 de la noche. Yo tenía 18 años y estuve un verano completo.
Los días sábado generalmente eran los bailes de las orquestas (que habían unas 6 en ese tiempo y todas trabajaban, cosa que hoy no ocurre). Un sábado iba una, otro sábado iba otra y yo les armaba el amplificador, les colocaba los micrófonos y dejaba todo listo para que ellos hicieran su trabajo.
Un día, llegan y quien los presentaba estaba enfermo y no pudo ir. A mí me habían escuchado que en los intervalos de las orquestas, anunciaba los discos.
El director de la orquesta vino y me dijo “¿te animás a presentarme la orquesta?” Le dije que sí, aunque no lo había hecho nunca. Tenía nervios, pero me largué y a partir de ahí no paré más, porque después que se fueron me dijeron que pasara por la esquina de Mitre y Pellegrini (ya que era Mitre toda la avenida, no como ahora que está dividida con Hipólito Yrigoyen). Ahí había un bandoneonista, “Paco” –Francisco Rodríguez- a quien le faltaba una pierna, que era diariero y que en la noche tocaba con la orquesta. Ahí me habían dejado una “recompensa” por el trabajo del sábado en la noche (supongamos en moneda de hoy, unos $20).
Salvador, el director de esa orquesta me dijo que quería hablar conmigo. Me preguntó si quería trabajar con ellos, porque a pesar de que se recupere el Roberto (el músico que los presentaba), queremos tener un presentador. “Nos gustó mucho lo que hiciste el sábado. Por supuesto que vas a cobrar”. Aunque en ese momento no me importaba lo que me pagaran. Después esa orquesta se disolvió y me fui a otra, y después a otra y así pasé por casi todas las orquestas que hubo en San Rafael durante más de 20 años.
Eso fue en los ’50, y ahí empieza mi carrera de locutor, o “animador”.
¿A qué se dedicaba además de eso?
Iba a trabajar a la finca con mi padre e iba en la noche a hacer el secundario. Para mi padre que era prácticamente analfabeto y un autodidacta, con que yo hiciera el primario era suficiente, pero me propuse que quería hacer el secundario. Cuando mi padre me compró una bicicleta me inscribí para hacerlo. Quería hacer el secundario y si podía, seguir. Era un desafío propio. Y después seguí con mi deseo de hacer locución.
LV4 en esa época tomaba cadena con radio “Belgrano” y después con “Splendid”, y por acá era todos los días cadena con Buenos Aires. Con muy mala calidad por los equipos que había. En honda larga se tomaba de noche y con onda corta de día, pero con muy mala calidad, con mucha interferencia y ruido. Yo estaba prendido en todas, donde tenía posibilidad de escuchar lo hacía. Era algo que me “venía de adentro”, porque en mi familia nunca hubo nadie que tuviera esa intención de hacer locución, cosa que no ocurre conmigo porque tengo dos hijos locutores (Juan Carlos y Eduardo). El más grande no ejerce, pero el otro lleva 18 años en la radio: salió del secundario y entró. “Yo quiero que me preparés para entrar a la radio”, me dijo. Tiene el cargo que yo dejé bacante: jefe de locutores.
En el ’55, en la época de la famosa revolución, la radio llama a concurso para locutores. Uno porque hacía falta y el otro porque se iba. Se inscribieron como cincuenta, y quedamos dos: Arnoldo Avena y yo. Arnoldo era un gran tipo, pero de mal humor. Amigo de ley y profesional de ley. Cubrimos las vacantes que había.
A todo esto con la revolución del ’55 nos suspendieron hasta que “se calmaran las aguas”. Yo fui un par de veces y me decían que iba a quedar efectivo cuando se produjera la otra vacante (que era de un locutor muy bueno que había pero que se estaba por ir de San Rafael). En eso a Arnoldo lo echaron y se fue a Chile a trabajar, y ahí me empezaron a buscar a mí.
Fui justo cuando nació mi hijo más grande, un martes 13, casi a las 13:00. Yo iba a la radio a ponerlo en el carnet social que ya estaba en esa época. El jefe artístico me vio y me dijo “a usted lo ando buscando porque tenemos una vacante, ya que Avena se fue”. No empecé en ese mismo momento, pero sí al poco tiempo. Así que entré en noviembre del ’55 y estuve hasta 1996.
¿Cómo fue trabajar para gobiernos de diferentes ideologías (peronistas, radicales y militares)?
Algo que yo le sugerí a mi hijo mayor y después a Eduardo, fue “mantené tu política, si querés no tener problemas, no pelearte con nadie. Hacé la tuya dentro de lo correcto pero no te ‘embanderés’ ni te vayás de boca”.
Yo trabajé con todos los partidos políticos. Nunca tuve problemas con nadie.
¿Hubo una época en la radio que más le gustó?
No sé si es porque la radio me gustó siempre, pero no sé si podría definir una. Tuve épocas buenas con militares, como en el canal (6). Ahí la mejor época fue cuando estuvo un Teniente Coronel que no sabía nada y en honor a eso, juntó a todas las agencias de publicidad y dijo “yo de esto no conozco. Tengo que administrar este medio porque me lo encomendaron y porque corresponde que lo haga. Como no quiero meter la pata, no quiero pelear con nadie. Tráiganme propuestas cada uno, yo aceptaré la que crea más conveniente”. Trabajó con todo el mundo y no tuvo nunca problemas con nadie, hasta que le reintegraron el canal a los dueños que al final lo volvieron a perder.
Imagino que en tantos años, hubo locutores con los que entabló relaciones o que usted dirigió.
Sí, claro: Jorge Quintana de los más jóvenes (60 años). De los que no viven Isaac Aníbal Pérez, Dino Paluca, Tito Alba.
¿Y locutores que usted formó?
Y, desde el año ’60 en adelante, a todos. Y, obviamente, mis hijos. El que no está trabajando, el mayor tiene mucha capacidad, mucha memoria y es muy conocedor de la parte política del país y de todo. Pero no tiene la responsabilidad de Eduardo, que además tiene muy buena memoria y le gustan los deportes, fundamentalmente los que son “mecánicos”. Tiene unos archivos de Fórmula 1 y de motociclismo bárbaros.
¿Cómo ve los medios en San Rafael hoy, la cantidad de radios que hay?
Muchas y con baja calidad. Pero ojo, es el país así: Canal 13 era el “sumum” de la televisión argentina y hoy empieza al mediodía con programas de Tinelli y termina a la 1 de la mañana con Tinelli. Todo la misma pavada, con el mismo vocabulario y falta de respeto. Yo no sé como logró entrar de esa manera. Pero no es Canal 13 solamente. El único que para mí se salva un poco es Canal 7 (la Televisión Pública), porque Telefé es la misma macana, Canal 9 también y América quizás no tanto. Pero Canal 13 es una pavada, no tiene nada.
¿Cómo ve esa guerra que hay entre el Gobierno y algunos medios?
Es que hay un grupo que tiene “la torta” (clarín) y eso no sé en qué va a terminar. No es que yo sea partidario del Gobierno Nacional, siempre traté de mantenerme al margen totalmente de la política, pero sí me gusta ver qué dicen unos y qué dicen otros, y ves cada cosa que se tiran con todo.
Ahí está el tema ahora de los hijos adoptivos de Noble de Herrera. Es hasta repetitivo.
Cuando por ahí no hay mucho para ver, veo 6, 7, 8. Sé que de lo que dicen hay muchas cosas que son ciertas y ves lo que dice Canal 13 y es todo lo contrario. No sé en qué va a terminar porque son muy poderosos con capitales internacionales.
¿Escucha LV4?, ¿le gusta?
Mi señora en la mañana es lo primero que enciende, pero en la tarde “chau”. En la mañana sí porque es animada, te enterás… las otras, las FM son “programas de mensajes de texto”. Es todo lo que hay: cambiás de una a otra y tenés mensajitos y nada más.
¿Es de ir a la radio?
Iba más o menos seguido, más que nada de pasada cuando salgo caminar.
Pasa que yo hace unos años atrás estuve muy mal. Estoy hablando con ustedes porque el de "Arriba" es grande. Yo “me fui 3 veces y me mandaron de vuelta”. Tuve un infarto que me tuvo 12 días en terapia intensiva sin conocimiento. Entregado. Y acá estoy.
¿Es un hombre feliz?
Si. Muy feliz. Soy “medio tonto”, muy emotivo. Soy feliz cuando veo a mis hijos. Si vos vieras lo que me hicieron para mi cumpleaños de 80 con la complicidad de mi esposa… fue una fiesta sorpresa con más de 50 personas.
¿Le quedan sueños por cumplir?
Lo único que podría haber sido y quizás lo desaproveché, pero “no me quita el sueño” por decirlo de alguna manera, es no haberme ido de acá. No me fui de acá porque no quise. Podría haberme ido a trabajar a Mendoza a cualquiera de las tres radios grandes que había en ese entonces. Me popusieron irme a radio Nihuil, Libertador y LV10, y no lo hice. Pero yo trabajé únicamente en LV4 y eventualmente hice algunos trabajos para radios de afuera, en programas deportivos por ejemplo. He transmitido desde el exterior, Santiago de Chile, el país lo conocí entero gracias al fútbol.
¿Le gusta mucho el fútbol?
Sí, me encanta.
¿Hincha de…?
Es mala palabra (risas). En este momento es mala palabra: segunda división.
¿Otras cosas por cumplir?
Todos me dicen que escriba un libro. Porque a consecuencia de la radio conocí mucha gente. Héctor Larrea. A Mariano Mores de más de 90 años, lo tuve sentado al lado en la cancha de Huracán para que no se le mojara el teclado. Conocí prácticamente a todos los grandes músicos, tanto sea de tango como Leopoldo Federico, Juan Darienzo, Aníbal Troilo… los he presentado a todos. En la época en la que yo estaba en la radio, venían muchos números y tuve la suerte, no por ser el mejor sino el menos malo (risas), de que viniera un artista (Horacio Guaraní, Cafrune, Miguel Aceves Mejía…) y yo lo presentara.
Casado con Esther desde hace 12 años, con 12 nietos y 7 bisnietos, Tito, según él mismo dice: “es un hombre feliz”. Para las fotos de esta nota, fuimos con él a LV4 donde jamás se le va a negar el ingreso por la puerta que ya parece la de su casa. Cualquier locutor que se precie, se le acerca a saludarlo por aquello de que “estar con el que sabe, vuelve al que no sabe más sabio”.