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San Rafael

Seminario de San Rafael: cuál fue el camino que marcó el cierre de las puertas 

Viernes, 4 de Setiembre de 2020

5/9/2020


Hace unas semanas se comunicó a través de un decreto el cierre del Seminario Mayor "Santa María Madre de Dios". Según trascendió el origen del problema habría sido la desobediencia de Monseñor Eduardo María Taussig ante los nuevos protocolos frente al Covid-19. Desde Infovaticana realizaron un informe especial sobre lo acontecido en el seminario de la Diócesis de San Rafael.

Hoy, a 35 años de la fundación del Seminario Mayor, la diócesis, de 350 mil habitantes (85 % católicos), cuenta con más de 70 sacerdotes diocesanos. Que sumado a los religiosos que trabajan aquí, da un promedio de un sacerdote cada 3.900 habitantes. De los egresados en los últimos 15 años, sólo ha dejado el ministerio un sacerdote. De sus aulas y claustros han salido 150 sacerdotes que se encuentran en varias diócesis argentinas e incluso otros países, como España, Italia, Cuba y EE.UU. La diócesis está a cargo de tres parroquias en Cuba. Más de 30 sacerdotes diocesanos han hecho post-grados en Buenos Aires, EEUU y Europa.

A pesar de todo ello, el 27 de julio Mons Eduardo María Taussig anunció que, por indicaciones precisas de la Congregación para el Clero, presidida por Su Excia Rvma Beniamino Stella, procede a cierre del Seminario al fin del año lectivo del 2020. Los seminaristas serán orientados, caso por caso, a diversas casas de formación del país, con la ayuda de la Conferencia Episcopal.

Ahora ¿cómo se explica esta medida tan radical? Obviamente, si desconocemos ciertos datos de importancia, el tema se hace incomprensible.

1-El primer dato de importancia es que, desde su nacimiento y justamente por su identidad no condescendiente al progresismo imperante en sus diversas formas, resultaba incómodo. Más aún por su éxito creciente y el contraste con las bajas sacerdotales de las demás diócesis, los cierres de seminarios y la caída vertiginosa de las vocaciones.

2- La causa más próxima se encuentra en la visita ad limina de los obispos argentinos en los pasados meses de abril y mayo de 2019. Entonces, ya en el presente pontificado, según el relato de Mons. Enrique Eguía Seguí, “Francisco comenta que detecta cierto desorden en los seminarios en distintas regiones. Es fundamental revisar la conveniencia de los seminarios chicos… Es necesario elegir bien a los formadores. Y cuidado con el criterio ideológico para elegir seminario; esto sigue pasando, también en Argentina. En el otro extremo de lo que hay que cuidarse, es del “pastoralismo carnavalesco”. (…) ¡Y cuidado con los seminaristas o seminarios de rasgos rigoristas!” Entre los mismos prelados, pronto se identificó a los presuntos seminarios ideologizados: San Luis y San Rafael. Todo lo demás poco importaba; Delenda est Carthago.

Pero la directiva más explícita está en la carta del Cardenal Stella en la que, con fecha del 18 de junio del 2019, hace la devolución al Episcopado Argentino de su visita en tres tandas a su Dicasterio. Vale la pena citar algunos textos in extenso. Ante todo, los seminarios interdiocesanos. “En los seminarios interdiocesanos se encuentra el presente y el futuro de la formación inicial en la realidad eclesial actual, ya que, en ellos, con mayor facilidad, se cuenta con el número suficiente de formadores, bien preparados y dedicados a tiempo completo, y de alumnos, que permiten disponer de una comunidad amplia, donde puede desarrollarse una formación que integre adecuadamente los aspectos personal y comunitario… Por cierto, también con este tipo de seminarios se pueden superar algunas limitaciones formativas de no pocos seminarios argentinos que cuentan con un reducido número de formadores y seminaristas… Considero muy importante que se priorice… la unificación de los candidatos de cada una de las Iglesias particulares, evitando que los seminaristas de una misma diócesis sean enviados a distintos seminarios.” Y el referido tema ideológico: “Para la creación de seminarios interdiocesanos, se puede buscar la forma de agrupar algunos Seminarios, por encima de prioridades e intereses particulares o ideológicos. (…) No es adecuado… que los candidatos elijan el Seminario de formación atendiendo a razones ideológicas, despreciando el Seminario Diocesano y optando por aquellos otros que coinciden con sus gustos personales o convicciones doctrinales. Esto va en detrimento del sentido de pertenencia a la Iglesia particular…”

3- Pronto se pasó a los hechos. Desde los días 10 al 13 de diciembre del 2019 Roma envió una visita a San Luis. Ya se podía predecir el resultado. El 13 de marzo es citado su obispo, Monseñor Pedro Daniel Martínez, a Roma para decirle que el Papa paternalmente solicitaba su renuncia. El 8 de junio se dio a conocer al público. Por supuesto que le tocó en suerte un nuevo obispo que ya en su homilía inicial hizo notar que, después de 40 años, llegaba Francisco a San Luis. A Mons. Martínez le quedaban más de 10 años de episcopado; ahora está en su casa. No se le dio ninguna explicación ni pudo hacer una defensa.

4- Ahora le tocaba el turno a San Rafael. ¿Cómo? Hay hechos curiosos y hasta contradictorios. Veamos.

A raíz de la pandemia, la Comisión Permanente de Conferencia Episcopal Argentina (CEA), con fecha del 11 de marzo, emite un comunicado sugiriendo la comunión en la mano. En la última reunión del Consejo Presbiteral, el 17 de marzo, Mons. Taussig, al hablar del posible protocolo para las celebraciones de la Misa, comentó que, si bien se recomendaba la comunión en la mano, comprendía la sensibilidad de los fieles de su diócesis y dijo: “en este momento no voy a tomar la determinación de exigir que se dé la comunión en la mano”. El 19 de marzo, con ocasión de la ordenación de diáconos a puertas cerradas, y ya iniciada la cuarentena, comentó que su seminario se encontraba “en su esplendor”.

Hasta el mes de mayo prácticamente se mostró conforme con su diócesis. Desde años atrás nos decía que se lucía en los informes a Roma en las visitas ad limina con los logros de su diócesis. En una carta al Gobernador de Mendoza, del día 28 de mayo, basándose en “la ausencia de contagios desde hace tanto tiempo (42 días)”, solicitaba “poder celebrar los sacramentos y participar del encuentro eucarístico”, a la vez que, (un dato importante) aclaraba que su situación “es muy distinta a la que afronta la más compleja situación de la Arquidiócesis de Mendoza”. Por otra parte, le presentaba un Protocolo donde no figuraba la comunión en la mano obligatoria.

5- Recordemos que el día 8 de junio se hizo pública la renuncia de Mons. Pedro Martínez. Varios cercanos afirman que lo impactó mucho y marcó en él un cambio de actitud. ¿Era un aviso?

Lo cierto es que el día 12 de junio tuvieron los obispos de ambas diócesis de la provincia, una reunión con el Gobernador. Desde la capital publicaron un Mensaje conjunto para ambas diócesis diciendo que “la comunión se distribuirá sólo en la mano”. Con fecha del 13 de junio en un decreto diocesano obliga a sus sacerdotes a “cumplir y hacer cumplir en cada celebración que se realice en su jurisdicción, el Decreto nº 763 citado y sus anexos”, es decir, el Decreto del Gobierno civil donde, de común acuerdo se había incluido entre las exigencias del Protocolo del Estado esta normativa litúrgica.

Como bien se ve, en esos primeros días de junio se produce un cambio radical de actitud. Por entonces sabemos que consultó a varios sacerdotes y obispos y todos se lo desaconsejaron. Más aún: al correr los rumores de tal decisión, oralmente y por escrito se le pidió que no lo hiciera, que produciría un malestar espiritual, que había otras alternativas, que consultara a sus organismos de gobierno, etc.; en fin, que era innecesario e imprudente. Todo en vano. Pero, ¿a qué se debió ese cambio y desatender a los consejos? No lo sabemos con exactitud, pero ciertamente ha influido su conversación en Mendoza con Mons. Marcelo Colombo, Vicepresidente Segundo de la Conferencia Episcopal.

6- La repentina declaración produjo un doble desconcierto. Por un lado, una decisión tan opuesta al sentir de su diócesis, tanto en laicos como sacerdotes. Unánimemente el clero le pidió que no lo ponga en tal disyuntiva, pues las normativas de la Iglesia en liturgia no autorizan al obispo a tal decisión. El clero y los laicos se verían solicitados por una doble obediencia: a la Iglesia universal o al obispo. El mismo Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto, en una nota del 2 de mayo, en plena pandemia europea declaraba: “Ya existe una regla en la Iglesia y debe respetarse: los fieles son libres de recibir la comunión en la boca o en la mano.” Por otra parte, indignaba que cedieran tan dócilmente a un Gobierno opuesto a principios cristianos injerencia en el culto.

El 30 de julio Mons. Carlo María Viganó, envió desde Italia una dura carta abierta a Mons. Taussig reprobando tal decisión. Lo mismo pocos días después Mons. Héctor Aguer, emérito de La Plata, amigo y co-consagrante de Eduardo Taussig y tal vez el hombre más inteligente del episcopado. Su escueta carta, publicada en el portal InfoCatólica es altamente significativa: “Lamento profundamente lo que ha ocurrido en San Rafael, a causa de un gravísimo error tuyo: el decreto sobre el modo de comulgar. Te he manifestado mi opinión las dos veces que me llamaste por teléfono. Las razones las he expuesto en mi artículo ‘La comunión en tiempo de pandemia’, publicado en InfoCatólica. Rezo por vos y por la diócesis. Y, de un modo especial, por los sacerdotes y seminaristas. Espero que esas vocaciones no se pierdan.”

Esta fue la llamada “desobediencia” de los sacerdotes de la diócesis.

Las molestias del clero de San Rafael nada tienen que ver con una presunta insensibilidad hacia los posibles contagios. Más aun, los sacerdotes atendieron sin reticencias los hospitales, ancianos y enfermos.

El tema de la comunión en la mano obligatoria sí desató legítimos cuestionamientos. Primero porque, según se ve claro en los documentos de la Iglesia, es un derecho del laico que sólo la Santa Sede puede coartar. Además, era totalmente innecesaria y desproporcionada. Debe tenerse en cuenta que en esta diócesis la casi totalidad del laicado comulga en la boca y era previsible una sana reacción.

El cierre del Seminario no tiene relación alguna con los temas anteriores. Si no, ¿en qué momento se informó de irregularidades tan graves que ni siquiera eran corregibles? Además, ¿Mons. Taussig lleva más de 15 años en la diócesis y jamás advirtió a los seminaristas y formadores que se encontraban en una situación límite?

El Seminario es una institución muy apreciada en la diócesis por el laicado. Se gestó con el sacrificio de muchísimas familias y se puede afirmar que es el hogar común donde acuden con frecuencia los sacerdotes y laicos de toda la diócesis. Es el mayor logro pastoral de Mons. Kruk, un obispo muy querido por su grey. Por ello, la mayoría del laicado, casi la totalidad, está tan dolida y escandalizada por una medida tan sorpresiva como incomprensible.

En todo el país han caído pavorosamente las cifras de seminaristas e incluso se han cerrado seminarios. Lo mismo ocurre con las defecciones de recién ordenados por la mala espiritualidad recibida. Esto agrava, para la Iglesia, una decisión de tal fuste.

Desde sus inicios fuertes presiones de obispos intentaron hacerlo cerrar. No lo lograron porque estaba Juan Pablo II y los obispos diocesanos nos defendían. Hoy no nos apoya ni el obispo, ni la Conferencia Episcopal, ni el Dicasterio… Estamos humanamente solos. Como el pequeño Israel, sólo Dios es su auxilio.

Las insinuaciones en la visita ad limina y la carta de Stella lo explican todo. El Derecho Canónico recomienda que, en cada diócesis, donde sea posible y conveniente, haya un seminario (c. 237). Las dos dificultades que refiere la carta son la falta de formadores y la escasez de seminaristas. Justamente las que aquí no existen. Por otro lado, el Decreto de cierre dice que los seminaristas serán formados en “otros seminarios Diocesanos de la Iglesia Argentina”; justamente lo que Stella rechaza.

Para ser honestos, de los Seminarios de Cuyo, el mejor provisto era el de San Rafael; debería ser el candidato a ser el interdiocesano.

Finalmente, Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, Secretario para los Seminarios del Dicasterio, en varias visitas a nuestro país afirmó recientemente en las reuniones de la OSAR (Organización de Seminarios de Argentina), donde asistían nuestros formadores, que “los seminarios interdiocesanos nunca funcionaron.”

El Derecho Canónico también otorga la libertad al candidato de elegir la Diócesis donde quiera desempeñar su ministerio sacerdotal. ¿Por qué se hace sospechosa esa elección en el caso de San Rafael o se niega este derecho que otorga la Iglesia? Hay algo más grave. ¿Por qué niega el Cardenal que se elija un Seminario por convicciones doctrinales? Sería una hipocresía negar que muchos Seminarios dan pobre o mala formación. Además, ¿no tiene cada uno derecho a resguardar su fe y su vocación? De hecho, sería bueno que nos explicara qué significa ideologizado, porque da la impresión que ese adjetivo peyorativo afecta a la Iglesia de veinte siglos. En San Rafael no se enseña ni se adhiere a ideas abstractas e irreales sino a realidades vivas como es Cristo, su Iglesia y su enseñanza.

La única explicación valedera no es que sea un seminario ideologizado sino la razón que expone Mons. Taussig en su Decreto y la Conferencia Episcopal en su carta, haciendo referencia a la del Cardenal Stella: “no responde a las expectativas de la Iglesia de hoy”. La fidelidad a la Iglesia de veinte siglos, ¿ya no es una expectativa válida?

Se hace difícil comprender que en un pontificado en que se habla tanto de la Iglesia pluralista como un polígono, la misericordia, la paciencia, la escucha del otro, la paternidad, etc. se obre con sesgos de intolerancia y despotismo.