René Adrián Guerrero es relojero y habló del oficio y la pasión que éste le representa en su vida.
3/10/2021
Ser relojero es un oficio que ha sobrevivido al paso de los años; pero la velocidad con que la tecnología ha irrumpido en el mundo y la variedad de relojes ya considerados ‘desechables’ pareciera condenar a la desaparición del oficio.
Sin embargo esto no es así, aunque pocos aún quedan relojeros, muchos de ellos con más de 30 años de trabajo, que supieron tener su apogeo entre las décadas de los 70 y 90 cuando los relojes eran importantes piezas de joyería.
Su tarea va más allá de cambiar las pilas o mallas de los relojes; de ellos depende el que estos aparatos vuelvan a tener vida y continúen impecable pese al paso del tiempo que cargan consigo algunos de ellos.
Para conocer más sobre este oficio, dialogamos con René Adrián Guerrero, un relojero que asegura que ama lo que hace y que además de que lo apasiona, también decidió tomar la posta de Juan Ginestar, un antiguo relojero que le dejó su taller ‘El Faro’ en calle Francia de la ciudad de San Rafael, donde continúa con su legado.
¿Cuándo llega este oficio a tu vida?
El oficio llegó a los 14 años cuando empecé a trabajar en una joyería grande que se encuentra en la Mitre. Empecé como cadete y a los 16 ya estaba sentado en la mesa, tenía un par de maestros y después hice algunos cursos también porque yo comencé con la relojería cuando empezaron a salir los relojes electrónicos. Asique ese empezó a ser mi fuerte.
¿En tu familia había antecedentes del oficio?
No, no, lo mío fue solo aprender de mirar y de los cursos.
¿Y dónde hacías esos cursos?
Algunos eran a distancia y otros venían a dictarlos a San Rafael, como uno de electrónica recuerdo, que era todo lo de relojería a cuarzo, asique de ahí en más empecé a trabajar muchísimo.
¿Cómo es el proceso de arreglo de un reloj?
La gente viene y generalmente si es algo sencillo los hago esperar unos minutos para revisarlo y darle un presupuesto, pero si es algo que viene más complicado como un golpe o que está mojado hay que dejarlo un día, se desarma, se ve y si hay algo roto o está oxidado, si hay piezas que cambiar y si no se mete a la lavadora para su proceso de lavado que se hace con una máquina ultrasónica que los deja muy brillantes.
En una misma bateíta, que es un frasco de cristal, se mete el reloj pero también la caja y la malla, entonces se hace el proceso de una vez y queda todo impecable, y yo lo que tengo por costumbre es pulir la caja, entonces se le entrega al cliente como el día en el que lo compró.
Y si es acrílico se pule acrílico y caja.
¿Se consiguen las piezas fácilmente?
Si, inclusive te diría que a nivel provincial hacia el Sur, esta es la única casa de repuestos que hay. Yo le trabajo a gente de Malargüe, de Neuquén, que viene a buscar repuestos o pedidos de pilas.
¿Algún reloj especial o significativo que hayas arreglado?
Si hay algo que siempre me acuerdo es un viajero que se encontraba en San Rafael haciendo turismo, era un suizo y llegó a mi casa mandado por alguien y su reloj siempre me quedó en la cabeza porque era algo muy especial por el mecanismo que tenía. Entonces uno se queda con la imagen de ese reloj.
Después relojes muy antiguos, de hecho estoy restaurando relojes de 1890, uno de bolsillo, hay que restaurar pieza por pieza y para uno que ama lo que hace esto es apasionante. Hay cosas que uno hace por obligación porque no te queda otra, pero esto es diferente porque amo mi trabajo.
¿Arreglas relojes de pared también?
Si ahora estoy arreglando uno de pie también que es de 1820, actualmente quedamos muy pocos relojeros en San Rafael, creo que somos dos o tres y ya son grandes, de hecho es de la gente que yo aprendí, y ellos ya no hacen este tipo de arreglos.
Un reloj así te lleva unos 15 días, entre que ajustas, desarmas, limpias, es todo un proceso.
¿Una buena vista y pulso son fundamentales?
Sí, en mi caso lentes no uso, sólo tengo unos como para aclarar la vista y no forzarla tanto, porque hay máquinas de 8mm x 5 mm en esos casos si a uno no lo ve con lupa es imposible.
Y el pulso también siempre me dicen que hay que tener pulso de cirujano (risas).
¿Cuándo te instalaste acá?
Yo trabajé mucho en la joyería y hace un año y medio, el relojero que estaba acá Don Ginestar falleció. Él era muy amigo y yo siempre le decía que dejara el oficio, que descansara, tenía 82 años estuvo acá 32 años y yo ahora le estoy siguiendo la posta.
Yo aprendí mucho de él, era una persona honesta y servicial como pocos y estaba siempre para lo que uno necesitaba.
Acá estamos para seguirle la posta a Juan, eso te da una responsabilidad muy grande y superarse día a día para que lo que él hizo no caiga.
Sobre eso que decís ¿En este oficio la honestidad es imprescindible?
Si uno es consiente que la gente a veces trae relojes que son su corazón, porque son recuerdos de los abuelos. Vino un hombre de más de 70 años a traerme un reloj de bolsillo que era de su abuelo, y me lo dejó porque le habían dicho que yo lo podía arreglar, entonces uno le pone toda el alma porque la gente confía en uno.
A mí Dios me dio la habilidad en las manos para poder hacer esto y yo todos los días se lo agradezco.
¿Tenés muchos clientes? ¿Pese al celular, la gente sigue usando mucho el reloj?
Sí, de hecho hace un tiempo tenía un montón de relojes antiguos y me puse a desarmar todos para repuesto y después digo es una lástima prefiero que haya gente los use y que de vez en cuando me los traigan para una limpieza y volver a verlos.
Y así he vendido un montón, hubo un chico jovencito que se llevó dos, uno para él y el otro para el padre. Y la satisfacción de uno de que esos relojes están en la calle.