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Mendoza Miercoles, 9 de Junio de 2021

El misterioso celular de Bento: hackers, espías y los personajes del poder

El trabajo de los peritos informáticos para acceder a los datos de un teléfono que el juez no quiso entregar y que nunca apareció.

Miercoles, 9 de Junio de 2021
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9/6/2021

Son casi 200 páginas. Allí está el detalle de cada comunicación del juez federal Walter Bento a través de la red Telegram, su aplicación preferida para evitar dejar rastros, o al menos eso pensaba.

Cuando el magistrado supo que sus comunicaciones ya no eran seguras, comenzó el proceso de limpieza. Hasta donde se sabe, borró 186 chats mantenidos con diferentes contactos. Además, eliminó 56 números que, hasta antes del primer allanamiento, aparecían en su agenda.

Incluso así, parte de la información, del cruce de mensajes de texto y de audio, logró recuperarse para convertirse en elementos probatorios dentro de la causa que se sigue en su contra.

El primer dato que lo puso en el ojo de los investigadores provino del análisis de la tarjeta SIM del celular de Diego Aliaga, el ex despachante de aduana secuestrado y asesinado el año pasado. El aparato móvil nunca apareció. Sin embargo, en la pesquisa lograron duplicar el chip y sustraer parte de la información.

Cuando unos meses antes los peritos empezaron a revisar el teléfono incautado al narco Walter Bardinella Donoso, entendieron que estaban frente al inicio de una historia que iba a resultar interesante. Allí se hablaba de la existencia de una banda que se dedicaba al cobro de coimas a imputados federales a cambio de lograr beneficios judiciales. De esa organización participaban, siempre según esos datos, abogados del foro local, Diego Aliaga como intermediario y Walter Bento como el juez a cargo de plasmar en los expedientes lo pactado a cambio de dinero.

El crimen de Aliaga aceleró el proceso y fue la antesala del escándalo. En el marco de la investigación por el crimen, se confirmó que entre la víctima y Bento había existido al menos 265 llamados mediante Telegram en el lapso de siete meses.

El relato armado a partir del celular de Bardinella comenzaba a tomar color. Y las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar.

El juez Bento fue allanado en su domicilio del barrio privado Palmares el 5 de mayo. Se negó a entregrar su celular, un Iphone 12 Pro cuya línea estaba a nombre del Consejo de la Magistratura de la Nación. Dijo que se lo había olvidado en su estudio, en el edificio de calle España y Pedro Molina. Ahí tampoco estaba. Resulta que, de manera simultánea, los investigadores también revisaron el despacho del titultar del Juzgado Federal 1 de Mendoza. Pocos minutos después de que los efectivos policiales abandonaran los dos lugares, el celular volvió a activarse y quedó registrado en WhatsApp.

Por orden del juez federal Eduardo Puigdéngolas y del fiscal Dante Vega, la división Delitos Informáticos de la Policía de Mendoza clonó la tarjeta SIM, una medida para poder tener acceso a la actividad registrada en esa memoria.

No había ni cuentas de correo electrónico ni redes sociales tradicionales asociadas a ese número. La llave de la felicidad estaba en Telegram.

Al ver que su chip había sido bloqueado, Bento fue hasta una sucursal de Movistar para pedir que le repusieran un chip con su número. En ese trámite dio diferentes argumentos falsos. Primero, para explicar por qué su SIM había dejado de funcionar. Luego, para convencer a los empleados, ya que esa línea estaba a nombre de la mujer que maneja la flota de celulares del Consejo de la Magistratura. Lo logró. Reactivó la tarjeta y, de ese modo, bloqueó la que estaban monitoreando los investigadores.

Los “hackers” se dieron cuenta de la movida. Repitieron aquel primer paso para acceder a una duplicación de la SIM, pero está vez tuvieron la cautela de girar un oficio a Movistar con aval judicial: prohibieron bajo todo punto de vista hacer una duplicación de la línea en cuestión.

Sin saber que esto había sucedido, el 15 de mayo Bento se acercó nuevamente a la compañía telefónica. Esta vez, su petición fue rechazada.

Una guerra tecnológica

Para entonces, había comenzado una guerra tecnológica. Los policías mendocinos libraron una pulseada contra un hacker instalado en Buenos Aires que, a través de un smartphone, buscaba por todos los medios blindar los datos que estaban en la trajeta SIM. Entonces confirmaron las sospechas que tenían desde hacía días: una red de espionaje estaba operando para conocer los movimiento de los investigadores en todos planos; desde las medidas que se iban a realizar hasta las pericias tecnológicas.

Entienden que se trata de profesionales que trabajan o que trabajaron para algunas de las fuerzas que hacen inteligencia en Argentina. Casi con seguridad, apuestan a mano de obra desocupada. "Service", que le dicen.

Los 15 días antes del allanamiento pusieron a prueba la resistencia del Iphone. Luego de que se supiera que desde la Justicia mendocina le habían filtrado un dato que confirmaba que lo estaban investigando, el juez federal comenzó a hacer diferentes tipos de consultas. Todas, a hombres y mujeres vinculados con el manejo del poder político y, sobre todo, judicial en la provincia.

Pide consejos, habla de estrategias a seguir y busca aliados. Los interlocutores le responden, le brindan apoyo y hasta le hacen sugerencias sobre cómo moverse a partir de ahora. Algunos de ellos, con razón, están preocupados. Saben que, de un momento para el otro, pueden ser citados para dar explicaciones de conversaciones inexplicables.

Fuente: Diario El Sol