San Rafael Nostalgia Martes, 18 de Abril de 2017
La Delicia: el ocaso de un ícono
La histórica heladería de San Rafael cerró sus puertas. Los motivos y el futuro.
Fotos: Jorge Gutierrez / MediaMendoza.com
18-04-2017. Los días de La Delicia, icónica e histórica heladería y confitería de San Rafael, ubicada entre avenida Hipólito Yrigoyen y 3 de Febrero, llegaron a su fin.
El comercio, que no mucho tiempo atrás fue uno de los más pujantes del departamento, vió -poco a poco- descender su vigor, y su dominio en el mercado, antaño indiscutible, se tornó endeble.
La competencia se multiplicó tanto como los consumidores y la primavera se trasladó al Oeste. La economía volvió al habitual sendero de la crisis, las ventas bajaron, y así lo hizo también la rentabilidad. El terreno sobre el que se asentaban los cimientos del negocio se puso fangoso y la estabilidad, finalmente, cedió paso a la caída.
De esta forma, a más de 80 años de su nacimiento, acontecido en 1930, y tras la administración de tres generaciones, La Delicia "del jardincito" bajó el telón y cerró sus puertas.
Su último dueño y gerente, Claudio Sánchez, habló con MediaMendoza y se mostró afligido por el cese de las actividades de La Delicia y, aunque reconoció no tener claras las causas del cierre, apuntó a los excesivos costos como responsables: “Después de 24 años cumpliendo religiosamente con el alquiler, a partir de marzo del 2016, aumentó a una suma astronómica imposible de pagar. Yo hice ofertas, traté de salvar la situación, salvar el negocio, por las fuentes laborales -30 empleados-, pero tal vez tienen ya un convenio con otras personas y, después de un año de negociaciones, no hubo acuerdo”.
El destino de los empleados, dijo, es para él desconocido, y su relación con ellos, reconoció, se extiende únicamente hasta la indemnización: “Sólo sé que algunos se van a La Delicia Boulevard y que otros planean algún emprendimiento independiente”.
La última imagen que ofrece La Delicia, hoy en pleno proceso de desmantelamiento, describe a su icónico laberinto, desvelo de miles de niños, ya desmontado. Y a sus mesas, llenas de clientes antes, apiladas ahora contra las ventanas tapizadas con los papeles que solían envolver a los productos.
Cual resabio, el pequeño tobogán amarillo, desgastado por años de deslizamientos infantiles, se despide, bañado por la lluvia; metáfora perenne de un pasado que se va.
