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San Rafael Cultura Martes, 4 de Julio de 2017

El incierto futuro de la Casa Burgos

La propiedad, parte del patrimonio histórico de Mendoza, tiene problemas edilicios; el Gobierno podría intervenir.

Martes, 4 de Julio de 2017
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Fotos: Jorge Gutierrez | MediaMendoza

08-07-2017. Bajo una incesante lluvia, la histórica casona que Fausto y María Elena Burgos construyeron a principios del siglo pasado parece triste y vulnerable. Sus balcones, tallados en fina madera traída de Perú, hacen frente al frío con una resistencia quebradiza. El agua arrastra por las paredes blancas de la fachada que el tiempo ha ensuciado y la soledad se apodera del lobby central, que duerme custodiado por una colección de pinturas cuzqueñas -algunas de más de 300 años de antigüedad- y por un piano de media cola, frente al que –entre otros- se sentó Bruno Gelber. Así descansa la casa Burgos hoy; acorralada entre la espera de una resurrección y el fantasma del abandono.

Un año y medio atrás, Leopoldo Burgos, nieto de Fausto y María Elena y el único heredero del patrimonio familiar, decidió cerrar las puertas de la casona por los problemas edilicios que la aquejaban. La residencia, que era escenario de usuales conciertos musicales, exposiciones y demás despliegues artísticos, tenía –dijo entonces su morador- inconvenientes en el baño, los balcones y el techo. “Si yo veo que tengo una casa a la que se le cae una teja, no puedo tener movimiento de gente”, reafirma hoy.

El piano de media cola Ronish, frente al que se sentaron Bruno Gelber, Roberto Urbay, Mario Colombo, Ynés Batura y Marcelo Ayub, entre otros.

 

En ese momento, según dice, Burgos barajó la idea de alquilar el inmueble para la instalación de un restaurante o un hotel. Sin embargo, la propuesta “se cayó”. Desde entonces, la casona “está inerte”, cuenta. “Pero no es que esté cerrada definitivamente, o que esté rajada al medio, y que realmente ya no se pueda usar”, aclara.

Recientemente, de hecho, la casa reabrió brevemente para hospedar a dos bandas de rock que se ofrecieron a hacer un concierto para recolectar fondos, dinero con el cual ya se reacondicionó el baño, primer paso para el renacimiento final. El recital fue un auténtico éxito y estimuló la confianza en la reapertura definitiva.

La prolongada parálisis, se supone, podría estar pronta a desaparecer. Según manifiesta el dueño de la vivienda, el Gobierno provincial impulsa una “nueva política de Estado” y podría intervenir antes de fin de año para “rescatar el lugar y ponerlo en movimiento, como estuvo durante 60 años”, dice Burgos, que ha mantenido negociaciones durante los últimos meses.

Leopoldo Burgo, nieto y único heredero de la familia, frente a una de las ventanas de la casa.

 

Sin embargo, la inversión necesaria para despertar a la residencia de su larga agonía, reconoce el propietario, es millonaria, “pero no tan alta si se tiene en cuenta el valor histórico que tiene”, argumenta, aunque seguidamente admite: “Restaurar es más caro que construir una casa nueva”.

“En todo este tiempo me di cuenta que no hubieron conciertos de música clásica, ni de jazz, etcétera”, manifiesta Burgos que, declara, ha recibido una nutrida suma de reclamos por parte artistas locales. “San Rafael tiene escuelas de música, pintura, danza… y no tienen donde manifestarse”, aduce. “Muchos chicos que tenían condiciones hicieron sus primeros conciertos acá, y eso decayó”.

Detalles de uno de los balcones, traídos de Perú y tallados a mano.

 

En tanto continúa el debate, la propiedad reposa a la espera del veredicto. De concretarse la inversión estatal, la casona podría regresar a la vida, si no, y a falta de un interés privado claro, el futuro podría ser sombrío.

“Espero que haya un reconocimiento de los espacios culturales”, protesta Burgos, “porque se trata de nuestro interés y nuestra historia”.

Pinturas cuzqueñas, pintadas por nativos instruídos en las técnicas y estilo del barroco europeo.

Fachada lateral de la residencia.

Por Mariano Gimenez