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San Rafael Entrevista Viernes, 8 de Junio de 2018

Dos hermanos y una unión fraterna de 66 años al frente de un comercio

Se trata de los hermanos Victoriano y Alfredo Camacho, propietarios del mítico Mercadito Corrientes que funcionó hasta hace algunas semanas en Corrientes y Godoy Cruz. En la entrevista de esta semana dialogamos con Victoriano sobre esas casi siete décadas de trayectoria.

Viernes, 8 de Junio de 2018
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Fotos: Jorge Gutierrez / Mediamendoza.com

10-06-2018.

En el año 1952 abrió sus puertas el mítico “Mercadito Corrientes”, ubicado en la esquina de Corrientes y Godoy Cruz, un emprendimiento familiar que supo cosechar sus frutos a lo largo de 66 años.

Con tan solo 14 y 17 años, los hermanos Victoriano y Alfredo Camacho abrieron sus puertas, siempre con el principal objetivo de brindar la mejor atención y productos de primera calidad a sus clientes, particularmente los de carnicería, que siempre fueron elogiados.

Hace algunas semanas los hermanos Camacho con 80 y 83 años, decidieron cerrar definitivamente las puertas de su negocio. Los cambios tecnológicos, la suba de impuestos y la edad de ambos, fueron determinantes en esta decisión que venían analizando desde hace más de dos años.

Así fue que con una sonrisa y la satisfacción del reconocimiento de sus clientes, el último día de mayo llegó el día en que cerraron los candados con el compromiso de no abrirlos al próximo día.

Compartimos una interesante charla con Victoriano, que nos contó detalles de su vida como comerciante, su socio y hermano, la familia, el negocio y sus proyectos de aquí en más.

“Empezamos en el año ‘52 con mi hermano, él tenía 14 y yo 17 años. Mi papá nos puso acá y empezamos a trabajar juntos. A veces eran épocas malas porque en la zona había comercios de diferentes ramos que tenían su clientela y al principio fue difícil competir con ellos. Pero así seguimos”.

Respecto al oficio de carnicero Victoriano asegura que pese a su corta edad, ya estaba preparado para estar al frente de esa responsabilidad “eran otras épocas, yo cuando empecé acá hacía tres años que había aprendido el oficio de la carnicería gracias a un tío que me había enseñado. Y mi papá en ese momento nos puso el negocio, pero teníamos el compromiso de devolverle la inversión que él había realizado”.

Así inició un largo camino de casi siete décadas de trabajo, ininterrumpidos, siempre con la misma pasión, el mismo compromiso y una sociedad entre hermanos que no fue inquebrantada por nada ni nadie. “Trabajamos 66 años con mi hermano juntos y el 31 de mayo decidimos cerrar luego de dos años de pensarlo, ya estamos grandes los dos, yo tengo 83 años y ya quiero descansar y dedicarme a disfrutar con mis hijas y nietos.

Ya hacía varios años que el negocio no era rentable, sacábamos para los gastos, pero como con mi hermano estábamos solos, ahí nos entreteníamos con los clientes. Si se vendía se vendía y si no, no importaba” continuó diciendo Victoriano.

Sin embargo él asegura que la decisión de cerrar no les produjo tristeza “fue un día feliz, no nos pusimos tristes, consideramos que cumplimos un ciclo. Era algo que veníamos hablando hacía dos años, las ventas habían disminuido.

Uno de los hechos fue que se trasladara la terminal, además de los cambios de la tecnología como la incorporación del posnet que debíamos realizar. ¡Sí ninguno de nuestros clientes trae tarjetas! Y ya no tenemos tantas ganas como antes, sumado a lo que han subido los impuestos ahora. Además nosotros ya no vivíamos de eso, no perdíamos, ni ganábamos, porque tampoco pagábamos alquiler”.

El recuerdo que más se lleva de esos 66 años de trabajo es el reconocimiento de los clientes, que el día en el que cerraron, no tardaron en acercarse a saludarlos y hasta le llevaron un reconocimiento.

“Lo más importante es el reconocimiento de la gente del barrio, cuando cerramos los vecinos nos trajeron recordatorios muy bonitos y ese es el recuerdo que a nosotros nos va a quedar.

Algo que nos caracterizó a nosotros fue siempre la carne de primera calidad, si bien podría ser más cara que en otros lugares, pero nosotros apuntábamos a eso. El comentario siempre fue que las mejores achuras se encontraban en lo de los Camacho, y si alguna vez entraba algo malo lo sacaba y prefería dárselo a los animales, pero no venderlo. 

Otra de las cosas que nos garantizó el éxito siempre fue el respeto y cordialidad con nuestros clientes. Me acuerdo que mis hijos renegaban con que la mamá los mandaba al negocio, porque yo los hacía esperar por el orden de llegada, les hacía hacer cola, porque había clientes que estaban esperando antes que ellos y nosotros en eso no hacíamos diferencia”.

Pese a los cambios que tuvo el país en estas décadas, Victoriano asegura que “hubo épocas buenas, otras malas, regulares y de las otras, nosotros nunca fiamos y cuando lo hicimos poníamos el monto que se llevaba por ejemplo en kilos, pero sin el precio y cuando venían a pagar poníamos los precios actualizados.  Hubo épocas que tuvimos que sacar de las jubilaciones para continuar, y en ese momento cuando quisimos darle fin, se compuso la situación y seguimos.

Por otra parte siempre tuvimos todo en regla, por suerte nunca una inspección municipal nos clausuró o nos puso alguna trabas”.

 “Mercadito Corrientes” tuvo muchos clientes importantes, entre ellos todos los personajes que merodeaban la vieja terminal de ómnibus como el Tarzán, el Lecherito, el Limpia Botas y tantos otros. “Hemos tenido visitas de famosos y personalidades destacadas que venían de vacaciones a San Rafael, y después recuerdo un día que vino una señora a comprar mollejas para llevar a Suiza. Como hizo no se, pero que se las llevó, se las llevó” recordó.  

Respecto a la familia, se refirió a su socio Alfredo en primer lugar, “lo más lindo es que en 66 años con mi hermano nunca tuvimos problemas, ni nos hemos peleado jamás. Pero tampoco nunca intervino el resto de la familia, sólo lo manejábamos nosotros dos”.

“Mi mujer fue mi pilar toda la vida, fue siempre madre y padre, porque yo le dedicaba mucho tiempo al negocio y no podía moverme de ahí, y hace un año y medio partió. Y mis hijos afortunadamente todos tienen sus familias, son todos profesionales, porque yo hice hasta sexto grado, pero siempre fue mi anhelo que ellos estudiaran” contó.

“Tengo tres hijos, dos mujeres que viven acá y están siempre conmigo y un varón que vive en España, pero que hace poco tuve la suerte de verlo. Y después tengo nueve nietos y dos bisnietos”.

La vida de Victoriano está resuelta, pero como afortunadamente goza de vitalidad y buena salud, él asegura que aún hay mucho por hacer. Respecto al negocio, manifestó que mientras viva no va a alquilarlo “ahí se quedará todo, para que dispongan mis hijos el día de mañana. Está todo muy deteriorado, no tiene sentido alquilarlo así”.

“Ahora tengo el plan de seguir estudiando voy a hacer cursos, mis hijas me van a ayudar con eso” sintetizó, mientras cerraba las puertas del mercadito que fueron abiertas para nuestras fotos.

Una historia de grandes luchadores, como muchos que supo haber y aún hay en nuestro departamento.