de
00:00 hs

San Rafael Entrevista Viernes, 31 de Agosto de 2018

Cuando la edad no es impedimento para ayudar a los demás

El viernes se celebró el Día de la Solidaridad y en la entrevista de este fin de semana les contaremos la historia de Amelia Colicchio, una abuela de 86 años que sabe muy bien el significado de esta palabra.

Viernes, 31 de Agosto de 2018
Mediamendoza El Diario del Sur de Mendoza. Buscanos en Facebook, Twitter e Instagram

Fotos: Jorge Gutierrez / Mediamendoza.com

02/09/2018. El pasado 31 de agosto se conmemoró el Día Internacional de la Solidaridad, una jornada dedicada a promover la necesidad vital de realizar esfuerzos internacionales, basados en ese valor fundamental. Afortunadamente la sociedad ha comprendido su importancia y es habitual que en cada oportunidad que se solicita de su colaboración, la gente no duda en salir en ayuda de quien lo necesite.

En ese sentido hoy conoceremos la historia de una abuela solidaria, cuya edad no es impedimento para recorrer varios kilómetros cada semana para colaborar en el taller de costura del hogar San Martín de Tours.

Amelia Colicchio, aunque todos le dicen “la mama” una abuela italiana de 86 años que trabaja hace más de cinco años como voluntaria en el hogar, poniendo en práctica sus conocimiento de costura, corte y confección que en la juventud le sirvieron como modo de vida.

La visitamos en el hogar, y allí nos recibió dispuesta a contarnos su historia con su acento, mezcla de italiano y español, comenzó diciendo “llegué a la Argentina el 2 de noviembre de 1960, me vine sola en un barco”. Sus padres habían realizado un arreglo con los padres de su futuro marido (otra familia italiana que vivía en Argentina con buen poder adquisitivo). “En el puerto me conocí con mi marido y después de casarnos nos vinimos a San Rafael. Acá compramos una casa con finca y pusimos una bodega”.

Amelia recordó que su marido Nicodemo Bellice, fumaba mucho y eso le provocó su muerte aun siendo muy joven, “cuando el murió me encontré muy sola con mis cuatro hijos y decidí dejar la casa a un casero y regresar a Italia para empezar una nueva vida” contó.

Pero en Italia la situación no era la mejor en ese entonces, y se les dificultó bastante la estadía por aquellas tierras. Su hijo más grande tenía 18 y los menores que son mellizos 12. Recordó que aquí les iba muy bien en la escuela, pero que al llegar a Italia tuvieron varios inconvenientes con el idioma.

No obstante después de 8 años de intentar hacer su vida en aquellas tierras, decidió regresar a San Rafael, ahora sólo con dos de sus hijos, ya que el mayor y uno de los mellizos formaron sus familias y se quedaron en la Toscana.

Una vez más en Argentina junto a sus otros dos hijos, salieron adelante de a poco. “Siempre me dediqué a la costura, cuando me fui a Italia cocí mucho para vivir”.

Amelia vive en El Toledano, por lo que concurría periódicamente a la iglesia de El Chañaral, donde  conoció al padre Andrés y comenzó a colaborar en todo lo que estaba a su alcance, años más tarde cuando Andrés se fue al hogar San Martín de Tours, le habló de las necesidades que había allí, por lo que “me ofrecí para venir a colaborar”.

“Tres veces por semana me trae mi hijo a las 7 y media de la mañana acá al hogar, todos los días no puedo porque la vista se me cansa un poquito. Asique vengo 4 horas en la mañana y en la tarde ya descanso” continuó diciendo.  

Y agregó “para mí esto es una obligación, pero vengo gustosa además de pasar un buen momento con las hermanas y sentirme acompañada, siento que ayudo mucho a estos angelitos que a veces rompen mucho la ropa. Acá siempre hay cosas que hacer, primero se hacían arreglos y después empezamos a hacer ropa nueva, hemos hecho guardapolvos, uniformes de las cocineras, y de los empleados del hogar”.

Con sus 86 años, y un estado de salud privilegiado “la mama” se coloca sus anteojos, se sienta frente con su máquina de coser y realiza todo tipo de confecciones: pantalones, enteritos, manteles, cortinas, sábanas, disfraces para los actos escolares y baberos, entre otros.  
“Acá siento el cariño de todos, vienen a veces y me piden que les enseñe palabras en italiano (risas) les hago una mezcla en italiano y español. La verdad que acá me relajo, en mi casa me pongo triste y pienso mucho, yo llego acá y me pongo en la máquina y me siento bien y todos pasan y me saludan” afirmó.

Respecto a su estado de salud contó que no toma ninguna medicación, “tengo algo de artrosis y me hago una terapia de ozono, y después tengo un zumbidito en el oído y el médico me dice que me olvide que no lo piense y acá por suerte no lo siento, pero en mi casa si”.

Hablando un poco más de su vida personal contó que tiene cinco nietos, tres en Italia que no ve hace mucho y otros dos en San Rafael. Además recordó que luego de quedarse viuda decidió no rehacer su vida sentimental, y en cuento al resto de la familia si bien algunos de sus hermanos fallecieron, tiene otras que también viven en Italia.

Lejos de gran parte de su familia biológica, Amelia se reconforta en la familia que le dio la vida “extraño un poco porque una se encuentra sola sin familiares, pero acá he encontrado a mi familia las hermanas Pompeya y Notre Dame que son como mis hijas”.

Para finalizar le consultamos si en algún momento había pensado en dejar de concurrir al hogar, a lo que afirmó con un rotundo no, “voy a venir hasta que Dios diga, por otra cosa no dejaré de venir porque estar en casa no me gusta uno se pone a pensar, acá en cambio doy una mano a quienes lo necesitan y eso vale más que cualquier dinero que uno pudiera donar, si yo les diera por ejemplo mil pesos por mes, eso se gasta en un día, pero cociendo un enterito ayudo mucho más”.