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San Rafael Entrevista Viernes, 7 de Enero de 2022

Cocinan para cientos de personas a diario y realizan una gran tarea solidaria y de contención

La agrupación ‘Madres Cocinando‘ demuestra día a día que con el aporte de muchas manos unidas se logran grandes cosas.

Viernes, 7 de Enero de 2022
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9/1/2022

Hace cuatro años un grupo de mujeres del barrio Constitución se unieron para ayudarse entre sí a llevar día a día un plato de comida a sus hogares, si bien ya había un merendero, en principio destinado para un grupo de niños que concurría a sus prácticas de boxeo, era necesario suplir alguna de las otras comidas diarias.

Con el tiempo la tarea solidaria de esta agrupación a la que denominaron Madres Cocinando se fue ampliando e iniciaron el proyecto de una olla solidaria que con la pandemia se incrementó como una ayuda para aquellos vecinos que tenían dificultades para afrontar esa situación que tomó por sorpresa a todos.

Actualmente la “casita” como ellas la mencionan cuenta con el merendero y además actividades deportivas, ropero comunitario, entre otros. Además el grupo de voluntarios al que se han incorporado hombres, también llevan la loable tarea de construir estufas solidarias en vivienda que lo necesitan, arreglar techos y hasta construir baños.

Cabe recordar además que este grupo solidario también supo ser integrado por Natalia Tagua, la mujer que fue víctima de un femicidio en la vía pública  en octubre pasado.

Dialogamos con tres de las madres voluntarias, Marisa Basualdo, María Inés Weinert y María Eugenia Martínez, para conocer un poco más sobre la loable labor que llevan adelante a la que le dedican cuerpo y alma cada día.

¿Cómo surgió Madres Cocinando?

Surge más o menos cuatro años, ya veníamos trabajando con merenderos, era una época en la que no alcanzaba para la comida y las chicas se empezaron a organizar para empezar a cocinarse para sus familias. Cuando empezó la pandemia, empezaron a cocinar para todos los vecinos que más se pudiera.

Después se anexó un ropero, y la olla solidaria pero para abastecerse así mismo todas las familias, tipo una cooperativa y después se armó un lugar de escucha ya que muchas mujeres llegaban con diferentes problemas, muchas de ellas solas o que son víctimas de violencia.

¿Dónde funciona?

Funcionamos en Chacabuco 244, ahí se cocina, tenemos talleres, el merendero y la parte de contención en deporte donde los niños y niñas van a practicar boxeo, y los más grandes nos ayudan a poner la mesa, lavar los vasos.

¿Qué días funciona?

La olla solidaria todos los días, la merienda solidaria los martes y jueves acompañado de la parte de contención con boxeo y los talleres se hacen lunes y miércoles.

¿Cuántos chicos o familias asisten?

Nosotros tenemos la modalidad de retirar la vianda, porque sabemos que es importante que se cuide el vínculo familiar y el compartir la mesa, porque si no se comparte la mesa se pierden muchos valores. Con las chicas trabajamos principalmente que los niños estén contenidos.

Concurren más o menos 40 niños y un total de 180 personas a la olla solidaria, durante el tiempo de cuarentena más estricta llevábamos la comidas sus casas, después ya el jefe de hogar viene a retirarla y hay muchos abuelos que también vienen a buscar la comida.
La gente es muy agradecida, somos como una gran familia. Muchas veces nos pasa que nosotros nos enteramos de lo que les sucede antes que las propias familias, son gente muy agradecida.

¿Con las fiestas hicieron algo especial?

Si hicimos 200 panes dulces, de eso se encargaron las chicas que los amasaron y los hombres los hornearon y después los decoramos, y salimos con Papá Noel a repartir los  panes dulces por el barrio y lo más lindo fue ver esas caritas felices de los niños y niñas.
Eso nos ayuda a seguir día a día adelante.

¿Cómo es cocinar para tanta gente?

Cuando uno tiene familia muchas veces pasa que abrís la heladera y no hay nada al igual que en la alacena y uno se las arregla y algo hace con lo poco que se tenga.

Eso nos pasa todos los días a nosotros, pero no con la familia nuestra si no con todas las familias que van a buscar la comida, muchas veces nos pasa que estamos al límite y Marisa es la que se ocupa de administrar ese tema, nos miramos y decimos ¿qué hacemos? porque son muchas las familias.

Pero por suerte día a día Dios nos sorprende y siempre llega a tiempo en la olla solidaria, nunca nos deja pidiendo.

¿Qué ayuda reciben?

Todo lo que es la parte seca, nos lo provee la Municipalidad y las carnes y verduras las chicas salen día a día a conseguirlo. Siempre hay una carnicería que nos da huesitos, ranchitos, al igual que algunas verduras en diferentes verdulerías, a ellos les agradecemos muchísimos porque sin esa ayuda es imposible.

¿Qué comidas hacen?

Vamos viendo día a día, pueden ser fideos con verduras salteadas, arroz con pollo, tallarines, polenta, lentejas, son más comidas de olla porque otro tipo de comidas no podemos ya que no contamos con cocinas aptas para hacer algo al horno por ejemplo.

¿Y cómo lograron equipar la casa?

Yo (Eugenia) tenía una cocina y la llevé y muchas cosas las he ido sacrificando, ya no tenemos cosas en mi casa (risas) pero eso nos hace bien y te gratifica la cara de alegría de los niños y ese agradecimiento de ellos, que donde te encuentran te abrazan y te dan todo el afecto y recompensa.

¿Y las clases de boxeo?

Las dicta mi esposo (Eugenia), él es presidente de la Asociación Sureña de Box y en realidad el empezó con eso hace 15 años y después nos fuimos sumando con el merendero y ahora con la olla solidaria.

Los niños hacen gimnasia, les damos la merienda hasta los 15 años y después los derivamos a otros clubes o salones que tienen boxeo y han salido grandes exponentes del box.

¿Natalia Tagua trabajaba con ustedes, imagino cuanto se extraña?

No ha sido fácil, tratamos de seguir adelante el día a día y no abandonar lo que hacemos porque fue un golpe muy grande para nosotras, ella ayudaba y estaba casi las 24 horas en la casa. Siempre se encargaba de llegar, de poner el agua y nos esperaba con el mate.

Siempre con muchas ganas de superarse estaba estudiando, y nos pedía ayuda cuando tenía que leer algún papel, nosotras le enseñábamos a leer, le explicábamos y le preguntábamos.
Cuando lo denunció nosotros la ayudamos y la apoyamos muchísimo pero no bastó, ahora esperamos que este tipo que la asesinó sea condenado justamente.

Ella está en un pedacito del corazón de cada una de nosotras. Seguimos teniendo contacto con sus hijos y ayudándolos en lo que podemos.

A Natalia además le gustaba coser y para este año vamos a reabrir el taller de costura con su nombre. Hacemos frazadas recicladas con tela y hemos hecho como 30 estufas solidarias y se las hacemos e instalamos sin costo.

¿Cuántas son las madres cocineras?

Somos 21 en total, pero no sólo son madres también hay hombres que nos ayudan. Se han sumado muchos jóvenes que han colaborado con muchas mujeres solas que necesitaban que les repararan sus techos, los materiales se consiguen y después ponemos la mano de obra.

De esa manera también instruimos en lo que es la cultura del trabajo que con eso se educa también.

También estamos trabajando en la construcción de un baño de una mamá que vive en una piecita dormía, comía y hacía sus necesidades en una especie de baño móvil, y eso en el siglo en el que estamos es inhumano.

¿Y ustedes tienen otros trabajos u ocupaciones?

Si, todas trabajamos y tenemos hijos y nietos, y nuestras casas a las que les dedicamos tiempo desde las 7 de la tarde hasta la hora que nos acostamos. El resto del día estamos en nuestra otra casa y corremos todo el día.

¿Proyectos?

Nuestro gran anhelo algún día es tener nuestro espacio y nuestras cocinas bien armadas, para que además ese sea un espacio de contención.

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