Julieta Gil, junto a su pequeña hija Victoria de 4 años, fueron victimas de un terrible incendio en junio del 2022, en su propia casa en General Alvear, que le costó la vida a la menor y dejó a Julieta luchando por su vida durante meses en el área del quemado del hospital Schestakow.
Aquel dolor inconmensurable que le dejó la pérdida de su hija, pudo de algún modo sobrellevarlo luego de tomar la decisión de empezar a escribir frases y sentimientos en un anotador que más tarde se conviertieron en un libro: "En tortuga y patineta".
Y en la tarde de ayer, luego de tres años de aquel fatídico libro, la autora lo presentó en el SUM del hospital Schestakow.
Dialogamos con ella para conocer más sobre el libro y su historia de resiliencia.
"La idea de este libro nació en el momento más duro de mi vida. Fue mi manera de sobrevivir al dolor, de abrazar la memoria de mi hija y de contar lo que vivimos juntas. Sentí que tenía que escribir, que esas palabras no podían quedarse guardadas. Y que quizá, mi historia podría ser un alivio, una compañía o una enseñanza para alguien más" comenzó diciendo Julieta.
Y agregó "no estuve sola en este proceso. Agradezco profundamente a Omar Gaitán, que fue más que un editor; fue un compañero de ruta, respetando cada emoción y cada palabra. A Vanesa Stratta, que corrigió este libro con una generosidad enorme. Y a todos los que, desde su lugar, me sostuvieron: mi familia, mis amigos, mis médicos, mis pastores, y las manos anónimas que en algún momento se cruzaron para ayudarme".
Sobre aquel día trágico afirmó que "recuerdo todo, el fuego, el olor, el grito desgarrador de mi hermana, mi cuerpo ardiendo y mis manos intentando salvarla (a su hija). Recuerdo cada minuto de esos días en el hospital, el dolor, las curaciones, el coma inducido, la soledad y las alucinaciones. Pero también recuerdo la fe que me sostuvo, las oraciones de mi madre y la fuerza que encontré en Dios para seguir".
Respecto a "En tortuga y patineta" y el mensaje que busca generar detalló "este libro es mi forma de decir que se puede. Que aunque el dolor no se va, uno puede aprender a caminar con él. Es un mensaje de resiliencia, de esperanza, de amor incondicional. Es un homenaje a mi hija, a su luz, a su forma de ver la vida. Y una manera de abrazar a quien hoy está sufriendo y decirle: no estás solo, se puede salir".
Finalmente añadió "tengo pensado seguir escribiendo. Porque descubrí que las palabras pueden sanar. Y porque quiero dejar plasmado todo lo que aprendí, todo lo que viví, y todo lo que me transformó. Esto es apenas el comienzo de una historia que, aunque marcada por el dolor, también está llena de amor.
Agradezco de corazón a cada persona que se cruzó en este camino y a quienes, desde su lugar, me ayudaron a volver a vivir".