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Por sexta vez consecutiva, Omar Félix vuelve a prometer la ampliación de la red de gas natural en San Rafael. Lo hace, como ya es costumbre, en plena campaña electoral. Y como cada vez, la pregunta que sobrevuela entre los vecinos es la misma: ¿por qué deberíamos creerle ahora?
Félix, que transita su tercer mandato como intendente -alternado con el de su hermano Emir y con la breve gestión de Pablo Campi cuando sufrió una grave enfermedad- ha hecho de esta promesa una bandera de campaña repetida, pero nunca concretada. Lo preocupante no es sólo la falta de resultados, sino el uso sistemático de una necesidad básica como herramienta de manipulación electoral.
La historia es clara: hace más de una década que los sanrafaelinos escuchan hablar de la llegada del gas natural a zonas que aún hoy siguen usando garrafa. Escuchamos los anuncios, los actos, las conferencias de prensa. pero no vemos ni un metro de caño. ¿Cuántas veces más piensan repetir el mismo libreto?
Más grave aún, trascendió que el Intendente habría recuperado -en forma anticipada y sin obra visible- el dinero que aportó al fideicomiso de la obra. Es decir: primero se garantizó su propio reintegro, y después, tal vez, los vecinos reciban el gas. Si esto se confirma, estamos ante un escándalo ético que merece más que el silencio cómplice del oficialismo.
No es menor que esta promesa vuelva a escena dos meses antes de una elección. Forma parte del manual del poder que los Félix manejan desde hace 20 años en San Rafael: concentrar decisiones, reacomodar anuncios, estirar plazos y volver a prometer lo que no cumplieron.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen pagando el gas más caro, con garrafa, en una de las zonas más frías de Mendoza. El progreso no se mide en discursos, sino en obras concretas. Y en San Rafael, la ampliación de la red de gas sigue siendo una deuda inadmisible de una gestión agotada.
