Las intensas precipitaciones del fin de semana dejaron en evidencia una problemática que se repite en San Rafael cada vez que el cielo descarga con fuerza: la falta de limpieza en las acequias.

En la zona céntrica, el pasado viernes -ante el alerta meteorológico por lluvias- cuadrillas municipales se apresuraron a retirar las hojas acumuladas desde hacía semanas, por no decir meses. Sin embargo, en los barrios y alrededores la situación fue muy distinta: allí no se vio movimiento previo y, como ocurre cada vez que llueve de manera intensa, las calles se transformaron en ríos, las acequias desbordaron y la basura flotó por doquier.

No es la primera vez que desde distintos sectores se advierte sobre este problema. En oportunidades anteriores, la respuesta oficial fue apuntar la responsabilidad hacia los frentistas, bajo el argumento de que deben mantener limpias las acequias frente a sus domicilios. Pero entonces surge la pregunta inevitable: ¿para qué se pagan las tasas de barrido si la tarea recae siempre en los vecinos?

La realidad es que el municipio parece ocuparse sólo de las acequias que rodean al kilómetro cero y a los edificios públicos, es decir, de lo que está "a la vista". Sin embargo, un plan serio de mantenimiento debería extenderse a toda la ciudad, porque de nada sirve tener presentable el centro "donde mira la suegra", si cada lluvia termina arrastrando la basura acumulada en los barrios hacia las calles y, en consecuencia, generando anegamientos y focos de contaminación.