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San Rafael

Caso Genaro Fortunato: Ocho años después, preguntas que siguen abiertas

Martes, 9 de Setiembre de 2025

El 9 de septiembre no es una fecha más en San Rafael, se trata de uno de esos días que como tantos otras ha quedado en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad por la característica del hecho: Genaro Fortunato, un joven de 25 años, gran promesa del rugby pierde la vida atropellado por su propia novia, Julieta Silva, quien por ese entonces tenía 29 años.

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Ocho años después, el expediente que conmovió a Mendoza y al país regresa casi sin querer a la agenda pública por una novedad judicial que vuelve a tener implicada a Silva, quien en la actualidad se encuentra bajo arresto domiciliario, con tobillera electrónica en otra causa, tras ser denunciada por su entonces esposo, Lucas Giménez. Un episodio que sin dudas volvió a reabrir heridas y preguntas en la sociedad.

Pero volviendo a aquel primer hecho, cómo fue la noche del 9 de septiembre de 2017. La crónica judicial reconstruyó una madrugada interrumpida por la tragedia. Silva y Fortunato cenaron en el centro de la ciudad de San Rafael y más tarde fueron a La Mona Bar. Adentro discutieron -testigos lo atribuyeron a celos- y la pelea siguió en la vereda. Luego ella subió a su automóvil Fiat Idea (propiedad de su exmarido, Pablo Tabanera); él corrió al costado del auto, intentó hablarle y cayó al pavimento. Silva avanzó unos 150 metros, giró en U y volvió por la misma traza, y al pasar por el lugar donde Genaro seguía en el suelo, lo atropelló y lo arrastró unos tres metros. Murió en el acto por aplastamiento de cráneo.

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Inmediatamente después del hecho, Silva llamó al 911, a su exmarido y a una amiga. Aquella madrugada había lluvia, frío y poca visibilidad, un dato que atravesó todo el proceso.

Las pericias toxicológicas de Fortunato registraron 1,8 g/l de alcohol en sangre y de Silva, 0,8 g/l, 0,3 g/l más del límite permitido. Por otra parte se demostró a través de las pericias que Silva tiene astigmatismo -3 en ambos ojos y esa noche no estaba usando sus anteojos recetados.

Mientras que el informe técnico practicado al vehículo determinó: luz baja con alcance de 20-22 m a 15 cm de alto; parabrisas con desempañador activado.

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Un odontólogo que circulaba por la zona declaró: "Pensé que iba a frenar. Pero no frenó: pasó por encima de la persona que estaba tirada". El cuidacoches habló de una discusión y de una maniobra intencional, y un sereno de una fábrica cercana, en cambio, dijo que el auto salió despacio mientras Genaro forcejeaba desde la puerta. Entre esos relatos, y el estado del tiempo adverso, se movió la aguja probatoria.

La fiscal Andrea Rossi inició la causa como "averiguación de homicidio" y luego imputó a Silva por "homicidio doblemente calificado por el vínculo y por alevosía, en concurso ideal"; por lo que quedó detenida en la penitenciaría de avenida Mitre y La Pampa.

La crónica continúa a los pocos días, cuando se difundieron las imágenes de las cámaras del boliche y se negaron pedidos de prisión domiciliaria. Luego la calificación comenzó a virar en un abanico que iba desde homicidio simple con dolo eventual a homicidio culposo agravado; lo que llevó a que a fines de octubre de ese mismo año, a Silva se le otorgara la domiciliaria.

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Casi un año después del hecho tuvo lugar el juicio. El debate duró tres semanas e incluyó la discusión sobre si hubo dolo (intención) o negligencia. La propia Silva declaró: "Tuve la sensación de que había pisado un pozo y seguí" y reiteró: "Fue un accidente, no lo vi".

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El fiscal Fernando Guzzo pidió 14 años de cárcel por homicidio simple, aunque consideró un atenuante el estado de "emoción violenta". La querella pidió perpetua, ya que había una relación de pareja y podría tratarse de "homicidio agravado por el vínculo". Y la defensa sostuvo que se trató de un accidente, destacando su astigmatismo grado 3, que no llevaba lentes, que llovía y había poca visibilidad y que ambos estaban alcoholizados.

Uno de los momentos de mayor conmoción en la última audiencia del juicio fue cuando Graciela Linares, madre de Genaro, pidiera la voz para dirigirle unas palabras a Silva, en una frase que quedó tatuada en la memoria del caso: "¿Por qué, Julieta? Genaro te quería. Destrozaste esta familia y la tuya también".

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Finalmente en esa jornada del 3 de septiembre de 2018, el tribunal integrado por Rodolfo Luque, María Eugenia Laigle y Julio Bittar descartó el dolo y condenó a Silva a 3 años y 9 meses de prisión por homicidio culposo agravado, y más 8 años de inhabilitación para conducir. Para los jueces, no hubo motivación homicida, pero sí imprudencia y negligencia.

A pocos meses de ser condenada, Silva consiguió la prisión domiciliaria por tener hijos menores de edad. Y, un año y medio después del juicio, al haber cumplido los dos tercios de su condena, su abogado Alejandro Cazabán pidió la excarcelación que le fue finamente otorgada por la Jueza de Ejecución el 25 de marzo de 2020 y quedó en libertad condicional.

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El recuerdo de una madre y una herida que no cierra

Ocho años de aquel día y con el recuerdo presente de su hijo los 365 días del año, Graciela Linares afirmó "perder un hijo para una mamá es algo que no tiene explicación, realmente es algo antinatural, porque si bien muchos no estamos preparados para la muerte de un ser querido, en el caso de un hijo es inexplicable. La vedad que uno lleva los días siguientes como se puede, es un trabajo diario, día a día, donde hacemos lo que podemos. Convivimos con ese dolor porque no se va".

Y siguió diciendo "son recuerdos permanentes de cosas bonitas de Genaro y eso también te ayuda a seguir, pero sobre todo cuesta mantener el equilibrio frente a muchas situaciones injustas, más frente a todo lo que aconteció. En un caso en el que la justicia estuvo totalmente ausente".

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"Genaro era un chico muy sensible, muy noble y no le gustaba vernos tristes, ni angustiados, era alegre. Entonces seguís también por eso y por tus otros hijos y porque pese a tanto dolor a él le gustaría verlos bien, enteros. Pero realmente el dolor no se va, el tiempo a lo único que ayuda es a seguir y a convivir con el dolor, pero no lo alivia y menos frente a hechos como el nuestro que realmente fue muy injusto, como tantos otros homicidios y no culposos precisamente, no resueltos o mal resueltos".

Sobre Silva, asegura que "nunca hubo un pedido de disculpas por parte de ella, ni en el juicio ni después y mientras uno veía que ella puedo reconstruir su vida como si nada, hasta ahora que pasó esto con su nueva pareja, que para nosotros deja más a las claras cómo es ella realmente. Nosotros nunca tuvimos ninguna duda del accionar de esta persona y de la intención en hacer lo que hizo".

"Creo que cuando uno comete un accidente propiamente, que nadie está exento, tenés otro tipo de reacción y para demostrarlo no sé, te sacás hasta el corazón y lo dejás en pos a demostrar que realmente fue un accidente. Pero esta persona no lo hizo, quizás sea por sus características psiquiátricas y psicológicas, porque ya su esencia es así, entonces no podés disimular nada".

"Tuvo mil oportunidades para pedir disculpas y pese a que he tenido que escuchar diciendo un montón de cosas en distintos medios este último tiempo sobre el caso de mi hijo, a raíz de esta nueva situación, nunca nunca ha pedido disculpas y tuvo mil oportunidades para hacerlo. A esta altura del partido, sus palabras son parte de un "acting" y honestamente, creo que tendría que tener un poco de respeto y ni siquiera mencionarlo a Genaro, ni ella, ni su representante legal. No tiene derecho. Se tomó en sus manos el derecho de quitarle la vida a mi hijo y generarnos todo el dolor que estamos padeciendo día a día. Tomó en sus manos el derecho, la atribución de hacerlo y ella lo sabe. Entonces, que venga a hablar de Genaro, a nombrarlo y a decir las barbaridades y mentiras que dice, no, que hable de su caso, de lo que le acontece actualmente pero que a Genaro no lo nombre más, ni ella, ni su representante legal con la liviandad que lo hacen y con un acting tan vulgar, porque realmente es una falta de respeto. Demasiado dolor tenemos y más cuando sabemos positivamente que no fue un accidente y lo vamos a seguir sosteniendo hasta el final de nuestros días".

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Sobre Genaro, Graciela destacó "era un chico muy alegre, muy generoso, muy empático, con defectos como todo el mundo, porque el ser humano perfecto existe, todos tenemos nuestros defectos, pero era de sangre liviana, como digo siempre, era amor, una persona que no se enroscaba con cosas que no tuvieran sentido, muy bueno, conmigo, qué te voy a decir yo, pero realmente era muy amoroso conmigo, todos mis hijos lo son. Y si estuviera físicamente hoy con nosotros me lo imagino que seguiría con su deporte, que amaba, concretando proyectos, porque tenía proyectos, que lamentablemente, esta persona (por Silva) se encargó de que no los concretaran y que hoy no esté físicamente con nosotros, porque como siempre digo está siempre y desde donde está nos acompaña y nos da luz".

Finalmente dejó un mensaje "quería aprovechar esta oportunidad también para dar un abrazo a todas esas mamás y a esos papás que también han pasado y padecido algo así, donde la justicia estuvo ausente. Siempre digo que algo tiene que cambiar, porque en este caso, por ejemplo, el auto también es un arma. Y han tantos casos donde queda ahí la duda, porque iba en un auto, y hay veces que sí puede ser un accidente, pero hay otros como el nuestro que no, donde hubo una clara intención, pero por ir en auto es como que no lo consideran y algo tiene que cambiar. Entonces yo abrazo a todas esas mamás, a esos papás que han padecido una justicia que no estuvo presente, porque el dolor es eterno. Ojalá no haya más Genaro, hay cosas que tienen que cambiar".

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Ocho años después, preguntas que siguen abiertas

El caso de Genaro Fortunato y Julieta Silva se convirtió en uno de los más resonantes de Mendoza en los últimos años. La historia mezcla una discusión de pareja, consumo de alcohol, condiciones adversas de visibilidad y la delgada línea entre dolo y negligencia.

La Justicia concluyó que fue un accidente culposo, la familia de Genaro sigue sosteniendo que se trató de un homicidio y la sociedad sanrafaelina nunca dejó de discutir esa lectura, atrapada entre las pericias y la intimidad de una discusión de pareja que nadie pudo desentrañar del todo.