Las elecciones legislativas de ayer, 26 de octubre, marcaron un punto de inflexión en la política de San Rafael. La contundente derrota del Frente Justicialista, encabezado por Emir Félix, frente a la alianza entre La Libertad Avanza y Cambia Mendoza -que obtuvo una diferencia cercana a los 20 puntos-, dejó en evidencia un mensaje claro: la ciudadanía está agotada.
Por primera vez en décadas, el liderazgo político de los hermanos Félix se ve seriamente cuestionado por el hartazgo acumulado de una sociedad que siente que no se la escucha. Inauguraciones en cadena, promesas recicladas, anuncios de último momento, ayudas oportunistas a clubes y sectores postergados. todo parece haber llegado tarde o, directamente, ya no engañar a nadie.
Ni los bonos de $50.000 para empleados municipales días antes de los comicios, ni el polémico desdoblamiento de las elecciones municipales (que significará un gasto millonario), ni siquiera el aparato mediático alineado al oficialismo pudieron revertir la decisión de los votantes. Tampoco surtió efecto la utilización de recursos públicos ni el intento de capitalizar reclamos genuinos, como la marcha universitaria, donde Omar Félix buscó protagonismo y terminó quedando expuesto ante una sociedad más atenta que pudo ver el circo que montaron.
Durante su campaña, el ex intendente pidió a los sanrafaelinos "poner un límite". La ironía es que fue exactamente eso lo que hicieron: se lo pusieron a él, a su gestión y al modelo político que representa.
Los resultados no solo reflejan un rechazo al justicialismo en su versión local (y provincial) sino también una advertencia a toda la estructura que lo sostiene. Porque esta vez, ni las luces, ni las fotos, ni los discursos grandilocuentes pudieron tapar el descontento. Aunque intenten ver "el vaso medio lleno", el límite ya fue trazado. Y lo pusieron las urnas.