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Tiempo Libre

Este es el país que consume más pizza en el mundo: no se cocina en horno de barro ni se sirve en locales

Superó todos los récords de consumo y el promedio ronda los 6 kilos de pizza por persona al año. Pero es muy distinta a la clásica argentina.

Miercoles, 9 de Julio de 2025
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Cuando se piensa en pizza, el imaginario viaja hacia Nápoles, hacia Buenos Aires o Nueva York. Sin embargo, en lo alto del mapa europeo se encuentra el país que más pizza consume por persona. Este pequeño país escandinavo, con una población que apenas supera los cinco millones, lidera desde hace años el ranking mundial de consumo per cápita.

La paradoja sorprende: sin tradición culinaria en torno a la pizza, los noruegos incorporaron esta comida al centro de su vida cotidiana.

El promedio nacional ronda los 5 a 6 kilos de pizza por persona al año, y el consumo se distribuye de manera transversal entre edades, clases sociales y regiones.

Lejos de los hornos a leña, las recetas caseras o las pizzerías tradicionales, el núcleo de esta pasión está en los freezers de supermercado. Allí se encuentra el verdadero motor del fenómeno: la pizza Grandiosa, una marca nacional que logró instalarse como producto de culto.

La pizza más vendida, muy distinta a la clásica argentina

Lanzada en 1980 por la empresa Stabburet, la pizza Grandiosa fue la primera congelada de producción masiva en Noruega. Con una base esponjosa, bordes gruesos y queso fundido, esta pizza dista bastante de la napolitana o de la clásica argentina. Sin embargo, logró convertirse en un símbolo generacional. En sus primeros años ya se vendían millones de unidades, pero el verdadero salto llegó en los 2000, cuando se consolidó como parte habitual de la dieta juvenil.

Grandiosa no sólo ocupa góndolas: también aparece en canciones, publicidades virales y memes. Tiene presencia en festivales, partidos de fútbol y noches de estudio. Su sabor, criticado por algunos como "insulso" o "industrial", es defendido por una legión de consumidores fieles. En varios estudios de mercado, la marca figura entre los productos con mayor "carga emocional" para los noruegos. Se la consume en cenas rápidas, frente al televisor o en reuniones informales. En ocasiones especiales, incluso se acompaña con vino o cerveza artesanal.

Este tipo de consumo dejó huella. Muchos jóvenes noruegos aprenden a cocinar lo básico pero saben operar el horno para calentar su pizza congelada preferida. Se trata de una forma de alimentación rápida y accesible en un país donde comer fuera suele resultar caro. La pizza Grandiosa, en ese contexto, se convirtió en una alternativa nacional y emocionalmente cercana.

Más allá de la tradición: el gusto moderno por lo simple

El caso noruego obliga a repensar qué define a un país pizzero. Mientras en Italia la pizza se asocia a técnicas artesanales y en Argentina se discute el grosor de la masa o la cantidad de muzzarella, en Noruega el amor por la pizza pasa por lo simple, lo cotidiano y lo funcional. No se trata de buscar la perfección gastronómica, sino de una comida práctica que acompaña la vida diaria.

Este fenómeno refleja una tendencia más amplia: la transformación del consumo alimentario en contextos donde el tiempo escasea y la cocina pierde centralidad. En Noruega, donde los horarios laborales son rígidos y el clima frío invita a quedarse en casa, la pizza congelada ofrece una solución rápida y cálida. Además, se adapta bien a los hábitos del país: comidas individuales, poco elaboradas y con mínima preparación.

Aunque Grandiosa no sería reconocida por su calidad en un certamen gastronómico, representa algo más profundo: la apropiación cultural de un producto global desde una lógica local. Así, Noruega se convirtió, sin proponérselo, en la capital mundial de la pizza congelada.