El padre Francisco Alarcón, conocido por todos como el padre “Pancho”, está de festejo. Esta semana cumplió 25 años como párroco de la Catedral. Dialogamos con él.
Fotos: Jorge Gutierrez / Mediamendoza.com
05-11-2017. Francisco Alarcón (75), conocido por todos como el padre "Pancho", cumplió 25 años como el párroco de la Catedral el pasado domingo 29 de octubre. Recientemente, el sacerdote fue noticia por un accidente que protagonizó en la vía pública, cuando un vehículo lo embistió y le provocó importantes lesiones.
Afortunadamente tras una operación de cadera, se recupera favorablemente en la casa de la Catedral y recibe a diario visitas de sus amigos y feligreses.
Pero como no todas son malas noticias, en esta oportunidad visitamos a este sacerdote querido por toda la comunidad de la Diócesis, para conocer un poco más de él y de estos 25 años al frente del templo más importante del Sur mendocino.
Llegamos a la casa de la Catedral y allí nos esperaba en el umbral de la puerta, para sorpresa nuestra, sin bastón. "¡Dentro de la casa ya no lo uso!" Afirmó con alegría mientras nos guiaba hasta la galería donde tenía todo dispuesto para realizar la entrevista, aprovechando el sol de la mañana.
“Hace 31 años que estoy en la Catedral, este domingo 29 de octubre cumplí los 25 años como párroco, pero hace 31 que estoy aquí. Estuve seis años de vicario y luego cuando falleció el párroco anterior asumí yo, y además soy vicario de la Diócesis” comenzó diciendo el sacerdote.
Respecto a su vocación y ordenación contó que “a los 32 hice la primera comunión y a los dos años ya sentí el llamado de Dios, mi familia era católica, pero no éramos de ir a la iglesia y a los diez años de haber hecho la primera Comunión me ordené de sacerdote. Fue un 10 de diciembre de 1986. Hice el seminario en Rosario y a los 41 años me ordené. Cuando estaba en el seminario siempre le pedía a Dios que nunca me mandara a una Catedral, por la responsabilidad que significaba, y al único lugar que me mandó desde entonces hasta hoy es a la Catedral, o sea que las decisiones de Dios son indiscutibles (risas)”.
A lo largo de todos estos años, el padre "Pancho" ha recibido a distintos obispos, le consultamos por ellos “Monseñor Cruz me confirmó, fue quien me ayudó a descubrir la vocación, me ordenó sacerdote y me nombró en la Catedral, asique tengo muchos recuerdos de él. Luego falleció y a los diez días murió el párroco de la Catedral, por lo que me tocó a mí recibir al nuevo obispo que fue Monseñor Roldán, después vino Garlatti y por último Taussig”.
Además de ser el párroco de la Catedral y el vicario de la Diócesis, Alarcón tiene otras actividades como la dirección de catecismo de la Catedral, y es el presidente del Movimiento Familiar Cristiano y del Movimiento Carismático. Esto le demanda una serie de compromisos y actividades a lo largo del día.
“Cada día tiene sus reuniones con los grupos, mi día comienza muy temprano y ahí empiezo a organizarme con todas esas actividades. El día del accidente iba a visitar a un enfermo al hospital Español, eran las 7 y media de la mañana, y bueno nunca llegué a verlo (risas) porque antes tuve el accidente. Los días de internación, fue mucha gente a visitarme que hacía años que no veía, mucha gente de los que ni me acordaba y realmente he sentido mucho el cariño de todos, este tiempo”.
Y continuó diciendo “gracias a Dios me he recuperado muy bien, tuve que andar un tiempo con andador, ahora ando con un bastón y en la casa sin nada (risas)”.
Hablando de afectos, le consultamos por los suyos más cercanos. Contó que es el mayor de tres hermanos (él, Matilde y Víctor), oriundo de Algarrobo del Águila, La Pampa. Cuando tenía 5 años su papá Víctor falleció y su madre María Armenia, decidió mudarse a General Alvear, donde tenían familiares.
Allí vivió toda su infancia y adolescencia, "a los 13 años empecé a trabajar en una farmacia y estuve allí 14 años".
“A mi mamá le tocó criarnos en medio de un sufrimiento y una pobreza impresionante, pero con un amor único. Recuerdo que cuando le dije que iba a ser sacerdote no lo aceptaba, lloraba y lloraba. Sin embargo sus últimos años de vida, tuve la dicha de traerla a vivir aquí conmigo y le decía mamá te acordás cuanto llorabas, cuando te dije que iba a ser sacerdote y ahora que pensás, y me decía ahora estoy feliz, porque si no tuviera un hijo sacerdote quién me cuidaría (risas)”.
Además habló de su rol como sacerdote, destacó que un religioso debe hacer un acompañamiento en todo momento, desde el Bautismo, pasando por el resto de los sacramentos e inclusive en su lecho de muerte. “El acompañamiento sacerdotal debe estar siempre y es muy importante, hasta el final de su vida en la tierra, cuando una persona está enferma uno acude y reza con ella y le da el sacramento de la unción de los enfermos y eso hace muy bien”.
Llegando al final de la entrevista, reflexionó “siempre nos dicen que los sacerdotes estamos solos y que de no haber seguido este camino podríamos tener una familia, pero yo nunca me he sentido solo. Siempre estoy acompañado de hecho hay días que uno necesita estar solo y cuando se van todos pienso digo bueno al fin me quedé solo (risas), pero es muy lindo estar acompañado siempre”.
“Cuando uno mira este periodo tan largo lo miro con mucho cariño por todo el periodo que he vivido, ver gente que uno le dio los primeros sacramentos y vienen a casarse, y después a bautizar a sus hijos. Esas cosas uno las guarda con mucho cariño y son momentos especiales para ellos y para mí”.
Y cerró diciendo “quiero agradecer por tantos años de cariño, tengo mucho amor por esta Iglesia y por toda la Diócesis”.