El destacado periodista que supo pasar por las redacciones de los diarios y revistas más importantes del país, dialogó acerca del periodismo, evocó parte de su trayectoria y dio su opinión respecto al presente de la profesión.
5/6/2022
El próximo 7 de junio se celebra en nuestro país el Día del Periodista; fecha instaurada en memoria del lanzamiento de “La Gazeta de Buenos Ayres” en 1810, y en cuya jornada se destaca la misión y el compromiso que tienen quienes han elegido esta profesión.
En la entrevista de este domingo dialogamos con el destacado periodista y escritor Néstor Barreiro, quien a lo largo de 50 años de trayectoria en la profesión y tras su paso por los principales medios gráficos del país, como La Nación, Perfil, revista Gente, Noticias, Clarín, Crónica y tantos otros, asegura que hacer periodismo no ha sido un trabajo “tanto era así que yo sentía que me pagaban solo por vivir”.
Con una vasta trayectoria en la que sin dudas hubo sinsabores, pero aún más satisfacciones, Barreiro destaca que pese a haberse jubilado continúa escribiendo algunas columnas para Clarín, entre otros tantos textos para algún futuro libro, ya que cuenta con cinco editados en su haber.
El periodista porteño tiene cinco hijos, de los cuales asegura que solo a uno no pudo convencer para que no siguiera sus pasos. Hace 11 años decidió radicarse en San Rafael de donde es oriunda su compañera de vida y dejar de lado la vorágine de la gran ciudad, en la que vivió toda su vida detrás de la noticia.
Para homenajearlo en su día, evocar sus pasos en la profesión y analizar el escenario actual del periodismo, hablamos con él:
Cuénteme de su niñez… ¿siempre le gustó escribir?
Sí, de hecho empecé a leer desde muy chico a los 5 años ya leía bastante, sobre todo las revistas como Billiken, y todas las que había en ese momento. A mi padre le gustaba mucho leer también y desde chico todos los meses me daba un libro de la vieja colección Robin Hood, después empecé con Salgari, los libros de Louisa May Alcott, Los tres mosqueteros, y después leí Crimen y castigo de Dostoyevski.
Y en el colegio, antes se escribía mucho y a mí me gustaba, lamentablemente ahora se ha abandonado todo eso o los dictados, dónde se aprendía ortografía, la construcción de la frase.
La velocidad de las redes ha llevado a que se construyan lenguajes propios y eso está bien, pero para el Whatsapp, no para trasladarlo a todo. Tenemos un lenguaje y dentro del mismo conviven un montón de lenguajes distintos aplicables a diferentes situaciones y cuando se va a escribir un mail por ejemplo, sería conveniente que tenga un poco más de formalidad.
¿Y en el periodismo, comenzó a incursionar desde joven?
Sí de adolescente podría decirse, empecé a estudiar periodismo cuando terminé el secundario en un lugar que se llamaba muy pomposamente Universidad de Ciencias de la Información allá por el año ’60.
Y mientras estudiaba trabajé tres meses, que no me pagaron nunca (risas) en un diario que se llamaba Noticias Gráficas, que había sido muy importante por los años ’30, fue de uno de los Mitre. Yo tenía un amigo con el que hacía teatro que él hacía política en ese diario y me preguntó si quería ir, me aclaró que no me iban a pagar nunca… pero era una experiencia.
La primera nota que hice fue cuando juró Zavala Ortiz, ministro de Illia y fui a cubrir su asunción en la cancillería y después de hacer la cobertura y la nota, nos dijeron que salía en la séptima, fui muy entusiasmado al kiosco a pedir la séptima ese día y ahí me enteré que la séptima era lo que uno escribía para que saliera en el diario al día siguiente y me dio una frustración.
"En la foto con Frondizi estoy en un almuerzo en Mar del Plata. Ese día me deslumbró por la claridad de su pensamiento".
¿Y después que vino?
Después entré a La Nación, empecé a trabajar como reportero, se hizo una vacante en la sección policial, me presenté, se tomó un examen y empecé a trabajar en el diario. Ahí estuve dos años en la redacción y la gran experiencia fue cuando me mandaron como periodista destacado del departamento de Policiales. Ahí era luchar contra otros periodistas y era pelear la noticia y ver quien tenía primero la primicia.
Fue una etapa de mucho aprendizaje y terminé siendo más amigo de periodistas de otros diarios como La Prensa, Clarín, El Mundo que de mis propios compañeros del diario, pero al mismo tiempo estaba la competencia. Si había por ejemplo un robo en un taxi se competía por quien conseguía la patente, algo que no era esencial, pero de ahí se aprende que los detalles son importantes. La búsqueda de la información.
"La foto con Illia (recordarán que lo derrocó un golpe síndico-militar, que tuvo a Juan Carlos Onganía como líder) es de 1982, en el hotel Boston, frente al que estaba la vieja redacción de la revista La Semana (la antecesora de Noticias y de la que fui director). Le había hecho un largo reportaje para la revista Gente en 1967, cuando se cumplió un año de su derrocamiento, y como él se alojaba en ese hotel, cuando viajaba a Buenos Aires, y me enteraba, iba a verlo, pero ya no quería saber nada de reportajes. Tenía 82 años. Murió seis meses después de esa foto, el 18 de enero de 1983".
¿Y cree que eso se ha perdido en el periodismo en la actualidad?
Muchos dicen que hay una enorme decadencia del periodismo, pero no es tan así, creo que hay decadencia en general de la formación de las personas en la educación, lo que ha decaído es la formación del periodismo. No es responsabilidad de los periodistas o de otras profesiones, sino que hay toda una estructura que ha dejado que haya cosas que no se le de importancia.
La educación es un bien social y cuanto más sepa el otro es mejor para mí. Eso es lo que se ha dejado de lado.
¿Luego, en qué otros medios estuvo?
Estando en La Nación que era el diario que lideraba en ese momento, porque Clarín prácticamente no existía, la pica era con La Prensa que vendía casi 300 mil ejemplares igual que La Nación y Clarín 50 mil ejemplares. Después con los años Clarín dio un salto enorme y superó a La Nación.
Con el jefe de policiales de La Prensa nos peleábamos siempre y él escribía además para la revista Gente y un día me dice "hagamos una nota juntos", era de un crimen bastante complicado. Él escribió una parte y yo la otra, y desde ahí empecé a trabajar en Gente, donde estuve muchos años.
Después en el ’80 me echaron por una discusión que tuve con Aníbal Vigil porque yo estaba en desacuerdo con cierto manejo y como él era el dueño me echó (risas). Pero muchos años después volví a trabajar ahí.
De ahí me fui a Perfil, a revista La Semana, ya tenía 39 años y tuve que salir a pelear con los chicos en la calle porque venía de ser director de la revista, pero todo fue un aprendizaje.
"Dos veces estuve en el Moscú de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La primera, en 1974, con un grupo de periodistas invitados por el ministro de Economía José Ber Gelbard, quien encabezaba una misión comercial de más de cien empresarios, de diferentes niveles. Además, era la primera vez que un avión de Aerolíneas Argentinas iba a aterrizar en la URSS. Todo un acontecimiento".
¿La profesión le habrá traído sinsabores, pero seguramente muchas satisfacciones?
Si por supuesto, yo tengo cinco hijos sólo a uno no logré convencerlo de que no siguiera en esto, porque por un lado esta carrera te trae muchas satisfacciones pero no es una carrera muy estable. Los medios cierran, se van, se pelean, a uno lo echan y hay que volver a empezar.
Yo he tenido mucha suerte, pero también he estado en momentos sin trabajo y he tenido que hacer otras cosas.
Pero bueno me ha dado muchas cosas lindas como conocer gente, por ejemplo que Piazzola diga que soy su amigo o que Sabato te pida tus cuentos para leerlos y que te recomiende con una editorial para publicarlo y tener una gran amistad, son algunas de las grandes cosas que me ha dado la profesión.
"Entre todo lo mucho que me dio el periodismo está haber tenido la posibilidad de hablar largamente, y no solo en entrevistas, con los personajes más importantes de la Argentina de aquellos años. Entre muchos, además de Ástor Piazzolla, que fue un buen amigo, está Ernesto Sabato (odiaba que le pusieran acento a su apellido), gracias a quien publiqué (gracias a él y, muy especialmente, a Matilde) mi primer libro".
¿Trabajó siempre con libertad?
Sí la verdad que no recuerdo haber tenido inconvenientes de ese tipo, excepto en la época de la dictadura por supuesto. En ese entonces clausuraron la revista La Semana, los militares ocuparon la redacción porque habíamos publicado una tapa en la que había una gorra militar y el personaje de la gorra era Sofovich y por eso nos clausuraron.
Después en la guerra de Malvinas tuvimos problemas porque publicamos un análisis de un especialista en guerra norteamericano que decía que la guerra estaba perdida.
Y Fontevecchia y yo tuvimos juicios, fuimos los dos periodistas condenados, después salimos, por calumnias e injurias por este tipo de notas publicadas durante la guerra. Denuncias de soldados, después Masera nos hizo un juicio por algo que habíamos dicho sobre él con un colega y finalmente ganamos el juicio cuando se había terminado el proceso.
Tuve muchos amigos colegas desaparecidos, el periodismo fue muy castigado, creo que hay muchos sobrevivientes de esa etapa y todo se borra, se olvida.
"Con Martínez de Hoz no tuve ningún trato. La foto es de un reportaje que le hice para la revista La Semana en 1982 o 83, no estoy seguro. Ya le había hecho uno para GENTE en septiembre de 1976, sobre cuál iba a ser su plan económico porque las cosas seguían muy mal. Fuimos con Ricardo Alfieri a Bolivia, a Santa Cruz de la Sierra, para ser más precisos, donde iba a firmar algunos acuerdos comerciales, pero nos dijo que no tenía tiempo para reportajes. Le dije que podíamos volver con él en el avión, y me contestó que habían viajado en un pequeño avión de ocho plazas, y el único lugar libre que tenía era el baño. Bueno, le respondí. Y así fue: despegué y aterricé en el baño. Durante el vuelo, el que ocupó el inodoro (tenía tapa, claro) fue el presidente del Banco Nación".
¿En qué sección periodística se sentía más cómodo?
Me gustaban mucho los viajes y hacer notas sociales, en ese entonces hacíamos notas muy lindas y había muchas ganas de hacerlas. Recuerdo que cuando entré a la revista Gente vendía 18 mil ejemplares al año estábamos en 100 mil y al próximo en 150 mil, luego 200, 300, 350 mil y hasta que llegamos a vender 600 mil ejemplares, pero eso ayudaba a hacer cosas. En mi caso yo di la vuelta al mundo dos veces y lo que hacíamos mucho eran las historias de la gente.
También viajamos mucho al interior, yo al país lo conozco todo, hasta los pueblitos más recónditos, hacíamos un segmento que se llamaba “Argentinos desde adentro”. Nos instalábamos una semana en un lugar y hacíamos las notas, eran radiografías del lugar, de los personajes, o cualquier cosa que pasaba ahí íbamos sea, donde sea, y en lo que sea.
Recuerdo cruzar en una zorra el puente del tren de las nubes, llegar en mula a algunos lugares y tantas otras experiencias. Íbamos a buscar la información.
Hoy veo que se conforman mucho con la información que hay en Google y lo peor de todo que buscan en Wikipedia y hay que ir a la segunda, tercera, cuarta y quinta página para llegar a lo más específico.
En aquella época lo que hacíamos era crear la base de datos que se usa en la actualidad. En ese momento no había internet.
Yo me acuerdo todo lo que había que hacer para enviar el material, por ejemplo en la asunción de Juan Pablo II, había que llevar los rollos al aeropuerto enviarlos y ahora un colega se sienta en una plaza aprieta send y se envió todo. Sin ir más lejos en el teléfono tienen una gran herramienta, grabador, cámara de fotos, pueden filmar, editar, salir en vivo con un video todo... pero hay que usarlo.
Por otro lado actualmente es difícil para una empresa si hoy no se vende lo que se vendía, es imposible hacer una inversión de esas que se hacían antes, ya que había mucha publicidad y era todo para los medios. Ahora está canalizada también en las redes sociales y eso obliga a los medios a moverse más porque las redes les están ganando. Uno se entera de muchas cosas primero por las redes, que por el diario.
Hay diarios que tardan muchísimo después para salir con una información.
Por ejemplo todo lo que pasó con la fiesta en Olivos se dijo que fue producto de un googleo, pero eso lo hizo un verdadero periodista que fue y buscó, consiguió la foto y después otros se apropiaron de la noticia y lo seguían llamando googlero a ese chico, que para mí es un auténtico periodista.
¿Tiene además varios libros publicados?
He publicado cinco, el primero un libro de cuentos que fue el que publiqué gracias a Sabato, después publiqué una novela La Ceremonia, después Amores Tango, luego Palomo de María y el último que es un libro de obras teatrales y ahora estoy trabajando en otro que no se si voy a publicar.
"La foto con Domingo Cavallo es de 1982, en su casa de Villa Carlos Paz, a los dos o tres días de que lo hicieron renunciar a la presidencia del Banco Central. En aquel reportaje de la revista La Semana (lo volví a leer con más atención durante su gestión como ministro de Menem) ya se veía venir su idea de atar el peso al dólar. Recuerdo también su verborragia. No existían los grabadores digitales, y tuve que cambiar dos veces la cinta porque no paraba de hablar. Cuando el click me anunció que se había acabado la segunda, siguió casi una hora más".
¿Y para los medios, sigue escribiendo?
Sí para Clarín, de tanto en tanto suelo hacer algo.
¿Y sobre qué escribe?
Es muy libre, se me ocurre algo lo escribo, lo mando y si les gusta lo publican. Hace unos días salió publicada una nota en el que el título es “¿Cómo le habría ido a Tchaikovski en la Rusia de Putin?”.
"No me acuerdo si fue en el 74 o el 75, apenas empezada la primavera, que fuimos con Ricardo Alfieri (el padre) a Salta, y tampoco me acuerdo tampoco qué nota pretendíamos hacer que teníamos que pedir autorización a la gendarmería. Resultó que lo que íbamos a hacer no existía, o ya se había solucionado o nos habían dado una mala información. Pero el comandante de gendarmería nos contó que al día siguiente iban a salir con una patrulla a llevarles víveres y hacer el relevo de los efectivos de la guarnición de Socompa, que estaba aislada por una fuerte tormenta de nieve desde hacía varias semanas. “¿No quiere ir? –me dijo– Puede hacer una buena nota”.
Y fuimos. Allí están las fotos: en mula a la ida y en esa especie de zorra a motor a la vuelta porque había logrado liberar las vías. Y ese año Ricardo Alfieri se ganó el Premio Nikon internacional a los reporteros gráficos por la foto de la locomotora enterrada en la nieve que encontramos en el camino".
Ha pasado por muchas etapas del periodismo, ¿cómo vivió esos cambios?
La evolución mientras uno la va viendo, mucho no lo nota, vas descubriendo cosas nuevas, por ejemplo de pasar de la máquina de escribir a la computadora fue un salto enorme.
Cuando yo empecé a trabajar en La Nación todavía existía la linotipo de plomo, yo hacía la guardia en la noche y por ahí ponían una bomba en algún lado y tenía que ir al sótano donde estaba el linotipista, era una especie de máquina de escribir enorme. Había una barra de plomo colgando que se iba derritiendo y cuando iba tipiando se iban formando las letras y las palabras.
Yo se lo pasaba escrito a mano en un papel y de ahí él lo copiaba, de eso, a tener la posibilidad ahora de subirlo de manera inmediata.
Y después el haber pasado por tantas presidencias desde Illia, la revolución de Onganía, las vueltas de Isabelita, Perón, los montoneros, el proceso, son vivencias que uno ha pasado y en la crónica del día a día se empieza a perder perspectivas, y uno siente que ha hecho todos los días lo mismo y sentís que siempre escribís la misma noticia.
Y hoy es lo mismo, la corrupción sigue estando, uno nota que el país viene siempre en decadencia.
"Durante la guerra me tocó cubrir toda la negociación diplomática para la revista La Semana. Viajé a los Estados Unidos con el canciller, Nicanor Costa Méndez, y le hice un reportaje en el avión de Aerolíneas Argentinas; estuve en las reuniones de la OEA, en Washington, y las de las Naciones Unidas, y por todo lo que vi, me dijeron y dejaron de decirme, creo que en ningún momento se pudo evitar la guerra. Ni Galtieri ni la Thatcher querían negociar porque ninguno de los dos podía quedar, ni mínimamente, como perdedor".
¿Siempre estuvo en gráfica o alguna vez hizo radio o televisión?
Hice un poco de radio y producción para televisión en Canal 13, pero no me gustó y me volví a la gráfica.
Radio hice en radio municipal de la ciudad de Buenos Aires y acá en San Rafael unos meses en radio Mitre San Rafael con Antonio Camba y un programa de historias del tango en la Retro.
Esta semana se celebra el Día del Periodista ¿qué reflexión puede hacer acerca de la profesión?
Primero creo que el día del Periodista no debería ser ese día, celebramos ese día por la creación de la Gazeta de Buenos Ayres que era el boletín oficial. Estamos diciendo que el boletín oficial es un ejemplo de periodismo y todo lo contrario.
Si consideramos lo que era periodismo en aquella época ahora estamos mucho mejor (risas). Habría que buscar otra fecha, hacer una compulsa, no elegir un hombre, algo que tenga que ver la profesión.
El periodismo es publicar algo que moleste, si no le molesta a nadie son relaciones públicas.
No veo tan mal al periodismo, creo que si no fuera por lo vivo que está en la actualidad, no habrían existido las investigaciones que se han hecho a los gobiernos corruptos que hemos venido teniendo, que no son gobierno, son una manga de ladrones.
El periodismo hace su trabajo lo mejor que puede y la gente quizás no entiende lo difícil que es sostener un medio en el interior sobre todo, en un lugar donde la publicidad es prácticamente gratis y se dependen de la pauta oficial, y cuando esto es así se está atado de pies y manos.
¿Y para usted que ha significado la profesión?
En estos cincuenta años he pasado por muchas redacciones, las editoriales de revistas Atlántida, Abril y Perfil; además de La Nación, los diarios Clarín, Crónica, La Tarde y La Razón, y una serie de publicaciones menores cuyos nombres poco les dirían, en las que había que hacer de todo, hasta barrer el piso. Y pasé también por todos los cargos, desde aquel de reportero (el primero del escalafón), hasta director de revistas importantes y secretario general de un diario.
Viví la evolución técnica de los medios de comunicación desde las linotipos, hasta los más modernos sistemas de la actualidad, y sufro la decadencia de los medios gráficos, en alguna medida por la gran competencia de los audiovisuales y los sistemas on line, y bastante también porque no hemos encontrado todavía la fórmula que revitalice a los medios impresos.
En fin. Recién van los primeros cincuenta años.
Amazonas
Naciones Unidas - Guerra de Malvinas
Fernando Belaúnde Terry - Guerra de Malvinas
Velasco Alvarado Presidente de Perú
José María Guido en Río Negro