La elección del domingo dejó una marca difícil de borrar para el justicialismo mendocino y, en especial, para los hermanos Félix. Con Emir encabezando la lista del frente justicialista, lo que se esperaba que fuera una elección que devolviera protagonismo al peronismo terminó en una categórica derrota, incluso en su propia casa, incluso con menos votos que Adolfo Bermejo en el 2021.
En San Rafael, bastión histórico del felixismo, la derrota fue por paliza. En Rama Caída, la localidad donde nacieron Emir y Omar, el resultado fue aún más contundente. Allí, donde incluso la plaza principal lleva el nombre de su padre, el apellido Félix sufrió un golpe electoral sin precedentes.
Es la primera vez en más de dos décadas que los Félix pierden con tanta amplitud. El apellido, sinónimo de poder territorial y de estructura política en el sur provincial, ocupaba el primer lugar de la boleta del Frente Fuerza Patria. En la previa, el justicialismo confiaba en que el "cuarto distrito", liderado históricamente por los hermanos, aportaría los votos necesarios para equilibrar la elección provincial. Pero ocurrió lo contrario: el caudal electoral del Sur no solo no ayudó, sino que terminó facilitando la entrada de un tercer diputado por La Libertad Avanza.
La magnitud de la derrota deja en evidencia un desgaste profundo en el liderazgo local y una desconexión con el electorado que, esta vez, no respondió ni a los gestos económicos, como el bono a los municipales días previos a las elecciones o los contratos millonarios, ni a la estructura territorial que durante años sostuvo al oficialismo departamental.
La caída en San Rafael, su bastión histórico, no es sólo una derrota electoral: es un mensaje contundente de las urnas. Y como toda señal política, ignorarla sería un error aún más costoso.