El estudio demuestra que el desarrollo mental no es lineal y depende del contexto social. Por qué llegar a la adultez lleva más años de lo que creemos.
Durante años se pensó que la adolescencia terminaba alrededor de los 18 o, a lo sumo, a comienzos de los 20. Sin embargo, una investigación reciente propone una mirada distinta y basada en el funcionamiento real del cerebro humano. Según este estudio, la adolescencia podría extenderse hasta los 32 años, y el rendimiento cognitivo alcanzaría su punto más alto recién cerca de los 30.
La investigación se titula Puntos de inflexión topológicos a lo largo de la vida humana y fue realizada por científicos de la Universidad de Cambridge. A partir del análisis de miles de resonancias magnéticas, los investigadores identificaron cinco grandes etapas del desarrollo cerebral, asociadas no solo a la edad, sino también al comportamiento, la salud mental y el contexto social.
El estudio fue realizado por Alexa Mousley, Richard Al Belén, Fang-Cheng Yeh y Duncan E. Astle, investigadores de la Universidad de Cambridge, y se basó en el análisis de 3.802 resonancias magnéticas de personas de entre cero y 90 años. A través de estas imágenes, los científicos mapearon la conectividad neuronal siguiendo el movimiento de moléculas dentro del tejido cerebral.
Uno de los principales hallazgos es que el desarrollo del cerebro no es lineal. Es decir, no avanza de forma constante ni igual en todas las personas. Por el contrario, atraviesa momentos de reorganización profunda que marcan verdaderos puntos de inflexión en la vida.
Según el estudio, la maduración cerebral es multivariada: depende de factores biológicos, pero también culturales, históricos y sociales. Por eso, la transición a la adultez no puede explicarse solo por la edad cronológica.
A partir del análisis de la conectividad cerebral, los investigadores identificaron cinco grandes etapas de desarrollo:
Uno de los aportes más relevantes del estudio es que cuestiona la idea tradicional de que la adolescencia termina en la juventud temprana. Desde esta perspectiva, muchas conductas asociadas a esa etapa -como la impulsividad, la búsqueda de identidad o la inestabilidad emocional- pueden entenderse como parte de un proceso cerebral que sigue en desarrollo hasta bien entrada la tercera década de vida.
Para el lector adulto, esta información también invita a revisar expectativas sociales muy arraigadas: estudiar, trabajar, decidir una carrera o formar una familia no siempre coinciden con el momento en que el cerebro termina de madurar.
Lejos de ser una debilidad, este desarrollo prolongado refleja la enorme capacidad de adaptación del cerebro humano a contextos cambiantes, cada vez más complejos.
Fuente: TN