Varias organizaciones denunciaron que la FIFA ignoró advertencias sobre violaciones a los derechos humanos en el reino. El plan saudita para cambiar su imagen con millonarias inversiones en el deporte.
Son cientos de miles de millones de dólares los que viene invirtiendo Arabia Saudita en el deporte en los últimos años. El reino acaba de lograr su máximo objetivo desde que apostó al deporte, en especial al fútbol, para "lavar" su imagen de violador de los derechos humanos. Será sede del Mundial 2034, una decisión que desató una enorme polémica que amenaza con opacar las controversias por la designación de Qatar 2022.
Ya son varias las organizaciones que tiraron la primera piedra. "La FIFA ha decidido ignorar nuestras advertencias", clamaron entidades como Human Rights Watch, Amnistía Internacional, Sport and Rights Alliance, Football Supporters Europe y hasta la Confederación Sindical Internacional.
Son varias las preocupaciones. En primer lugar, la seguridad de los miles de inmigrantes que deberán levantar los estadios y la infraestructura necesaria para albergar un campeonato mundial, tal como sucedió en Qatar, el gran rival regional del reino saudita. Pero no solo por eso, Arabia Saudita está en la mira desde hace años por sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
"Hoy, las pruebas no faltan: trabajadores migrantes explotados y víctimas de racismo, militantes condenados a decenas de años de prisión por haber manifestado pacíficamente, mujeres y personas LGBTQIA+ confrontadas a una discriminación legalizada, o también habitantes expulsados por la fuerza para hacer sitio a proyectos de Estado", denunciaron en un comunicado una veintena de organizaciones defensoras de los derechos humanos, gremiales y deportivas.
"Es evidente que sin una acción urgente y reformas globales, la Copa del Mundo de 2034 quedará oscurecida por la represión, la discriminación y la explotación a gran escala", alertaron.
Los datos son fuertes. A lo largo del año, hasta mediados de noviembre, 274 personas habían sido ejecutadas en el país, la mayoría por tráfico de drogas, según un recuento de AFP. Arabia Saudita fue el país con más presos ejecutados en el mundo en 2023, la mayoría por tráfico de drogas.
Pero el poder del dinero es capaz de lavar cualquier rostro. Desde que el periodista opositor saudita Jamal Khashoggifue asesinado el 2 de octubre de 2018 en el consulado saudita en Estambul, el reino decidió invertir para cambiar su imagen. El crimen fue macabro. El cuerpo del comunicador fue desmembrado y sacado en valijas de la sede diplomática.
El príncipe Mohammed bin Salman, acusado por activistas de mandar a asesinar y desmembrar a Khashoggi, entendió que el fútbol, así como una variada gama de eventos deportivos, puede tapar el sol con una pelota. El país comenzó de a poco a sostener una política de fomento deportivo.
Los petrodólares empezaron a fluir por todos lados. Estrellas como Cristiano Ronaldo, Neymar y Benzema fueron a jugar a la débil liga saudita. Hoy son decenas los futbolistas internacionales que juegan allí seducidos por jugosos contratos. Hasta Lionel Messi sucumbió al plan: hoy es su Embajador Turístico y viaja periódicamente a Ryad, la capital, para cumplir su rol.
La idea es que al mencionar al reino se lo asocie inmediatamente al deporte y no a violaciones a los derechos humanos. El contrato de Neymar incluye una cláusula que le otorga 500.000 dólares cada que vez que el crack brasileño nombra al país en sus redes sociales. Negocio redondo.
"Estamos frente aun escenario donde Arabia Saudita está llegando un poco más tarde que sus vecinos del Golfo, como Qatar, Baréin y Emiratos Árabes Unidos, a una búsqueda de reconversión de su economía. En su visión estratégica está claro que el crudo es un recurso limitado y que es necesario generar una nueva readaptación para el desarrollo económico y social de lo que viene", dijo a TN el coordinador del Núcleo de Estudios en Medio Oriente de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral, Said Chaya.
Para eso, el reino necesita estabilidad en una región en constante enfrentamiento. "Arabia Saudita quiere convertirse hoy en un hub deportivo y turístico a través de un proceso similar al que llevó a la reconversión de Qatar", indicó el analista. A esa pata económica le falta cuajar el lado político que incluye una profundización de los vínculos con Estados Unidos y un proceso de normalización de relaciones con Israel, interrumpido con el brutal ataque de Hamas del 7 de octubre que desató la guerra en Gaza y que Ryad estaba a punto de concretar. Los derechos humanos esperan debajo de una pelota.
Así, las inversiones llovieron en todos lados. El príncipe Bin Salman, que mueve los hilos del poder nacional, compró el Newcastle, de la premier inglesa y reconvertido en un club-Estado al estilo del PSG qatarí.
Pero no se quedó ahí. Creó la LIV Golf, una liga fundada en 2022 y financiada por el fondo de inversión soberano saudí. Además, llevó la Fórmula 1, el Rally Dakar y hasta el Master femenino de tenis al país y ya está invirtiendo en los deportes electrónicos y en el turismo. También albergó importantes galas de boxeo. El hub deportivo es ya una realidad.
El Mundial 2034 es solo la frutilla de la torta. Qatar lo había primereado al organizar el torneo en 2022. Ahora Arabia quiere repetir el éxito de esa cita mundialista y tapar todas las polémicas. Parte en desventaja: ya no estará Messi como jugador (tendrá 47 años) para impulsar la locura colectiva por el fútbol.
Pero la designación como sede no salió gratis. Casualmente, la compañía saudita Aramco, la mayor petrolera del mundo, se convirtió en patrocinadora de la FIFA en abril pasado. A fines de octubre, más de 100 futbolistas mujeres firmaron una carta exigiendo al organismo rector del fútbol mundial que rompiera ese patrocinio. Un mes después, la FIFA anunció que Arabia Saudita será la sede del Mundial 2034.
Hubo una sola disonancia. La Federación Noruega de Fútbol, ya muy crítica con la concesión del Mundial 2022 a Qatar, rechazó la designación y dijo que se trató de un proceso "defectuoso e incompatible" con los principios "de responsabilidad, transparencia y objetividad" reivindicados por la FIFA. La polémica amenaza extenderse durante la próxima década.
Fuente: TN